Publicidad

Mecanismo de gatillo

Christopher Hitchens
10 de enero de 2010 - 04:59 a. m.

COMO PARTE DEL TEXTO DE UN INFORME de The New York Times acerca de las discusiones internas cada vez más tensas de la administración Obama con Irán, hay un par de párrafos que merecieron un escrutinio más atento: los principales asesores del señor Obama dicen que ya no creen en el principal postulado de un muy debatido Estimado Nacional de Inteligencia acerca de Irán, publicado un año antes de que el presidente George W. Bush saliera del cargo, en el cual se dice que los científicos iraníes abandonaron todo sus trabajos enfocados a diseñar una ojiva nuclear a finales de 2003.

Después de revisar varios documentos que se han filtrado de Irán e interrogar a varios desertores atraídos hacia Occidente, los asesores del señor Obama dicen creer que continúa el trabajo sobre el diseño de armas, en una escala menor —la misma evaluación expresada por Gran Bretaña, Francia, Alemania e Israel—.

Dejando de lado la alarmante posibilidad de que cualquiera de la gente de Obama haya creído alguna vez los absurdos argumentos de ese Estimado Nacional de Inteligencia, uno debe preguntarse qué tipo de escala quiere decir “menor”. El uso de esa palabra tranquilizadora puede, de hecho, ser exacto. Los nuevos documentos a los que alude el artículo fueron publicados en el Times de Londres en diciembre de 2009 y han sido ampliamente estudiados por numerosas autoridades, ninguna de las cuales ha optado por poner en duda su autenticidad. Y los documentos, de hecho, arrojan luz sobre algo en “escala menor”. Para ser precisos, muestran un memorando interno de la dictadura que se refiere a la cuestión crucial de un “iniciador de neutrón”. Por más pequeño que sea el aparato, es la expresión técnica empleada para el mecanismo “de gatillo” de un arma nuclear funcional. El elemento crítico del “gatillo” es deuterio de uranio o UD3. Y el deuterio de uranio no tiene otro propósito. Para citar a David Albright, presidente del Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional en Washington, “Aunque Irán puede decir que este trabajo es para fines civiles, no hay una aplicación civil. Esto es una muy fuerte indicación de trabajo para armas”.

Eso sería ponerlo muy suavemente. Fue sólo en septiembre de 2009, después de todo, que la teocracia se vio obligada a admitir que había construido una instalación clandestina para el enriquecimiento de uranio en las afueras de la ciudad supuestamente sagrada de Qom. No tenemos ninguna seguridad de que ésta sea la única instalación no revelada, y basándonos en el pasado, parece claramente improbable.

Los aliento a que vean los documentos: el Times de Londres los sometió al examen de expertos reconocidos antes de publicarlos y está seguro de su proveniencia. Cito aquí de un sumario excelente de la corresponsal diplomática del diario, Catherine Philp: “El UD3, cuando se emplea como iniciador de neutrones, emite una corriente de neutrones que enciende el núcleo de una bomba, sea de uranio con grado de armas o plutonio. La corriente de neutrones es liberada utilizando explosivos de alto poder para comprimir un núcleo de UD3 sólido, creando la fusión”.

Pero esto, a su vez, presenta dificultades para los creadores clandestinos de bombas, porque la prueba en sí de tal gatillo no podría ser explicada como una detonación de un arma convencional de poderosos explosivos. En otras palabras, permitiría a los monitores detectar los rastros de UD3. Todo el interés de los documentos filtrados reside precisamente en la forma en que un nivel adicional de engaño es tan cuidadosamente discutido. Una prueba en menor escala, según los científicos del régimen, podría intentarse empleando, en su lugar, deuterido de titanio. De esta forma, un flujo útil de neutrones podría todavía ser producido, pero sin los elementos incriminatorios de rastros de UD3. La idea aparente, según un experto citado, sería “probar la cerilla sin quemarla”.

Las probabilidades de que esto no sea un diseño militarista y mesiánico que pretende endurecer la concha de la dictadura y ayudar a extender sus poderes de chantaje regional parecen ser ridículamente cercanas a cero. Irán ha recibido innumerables ofertas de Occidente para ayudarlo a adquirir las facultades de energía nuclear pacífica y reducir el desperdicio de gas y petróleo. Si permitiera la transparencia más elemental, también se le permitiría comprar uranio a un costo mucho menor en el mercado abierto, como lo hacen otras naciones. Pero los mulahs prefieren arriesgar aislamiento y sanciones con el fin de construir instalaciones no reveladas y llevar a cabo operaciones de engaño que serían casi patéticamente crudas si no fueran evidentemente siniestras.

Qué fascinante es estar sentado en casa y ver que se permite a esta amenaza llegar al punto de no retorno. Casi tan emocionante, de hecho, como seguir los alegres itinerarios de los asesinos-suicidas mientras ellos compran tranquilamente sus boletos sin retorno, en efectivo, en aviones que vuelan rumbo a nuestras ciudades. La similaridad entre estas dos experiencias pasivas es también absorbente: en ambos casos invertimos miles de millones de dólares en agencias de inteligencia que no pueden entender la más elemental evidencia forense; que consienten y excusan a nuestros enemigos y a nosotros nos tratan como criminales cuando tratamos de viajar; que mientras tanto nos dejan sin protección en los cielos abiertos; y que operan una burocracia de empleo total de la cual nadie es, ni nunca ha sido, despedido.

* Periodista, comentarista político y crítico literario, muy conocido por sus puntos de vista disidentes, su ironía y su agudeza intelectual. Traducción de Héctor Shelley.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar