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Mediterráneo, desde la proa hasta La Popa

09 de enero de 2015 - 02:15 a. m.

La brisa se encargó de avivar el sonido del Mediterráneo en el Caribe.

 Lo hizo con predeterminación y alevosía, como por lo general ocurre durante esta época en el sector más empinado de Cartagena. Sin embargo, esta vez no trastocó las partituras. Tampoco despeinó a la diva de la noche, ni le desacomodó el atuendo. Mucho menos impidió el desarrollo normal de un concierto titulado, con acierto, eso sí, Venecia, puerta del Oriente. Su función, contra todo pronóstico, fue servir como instrumento elemental, básico y percutivo de la velada, aunque contó con la diligente colaboración de la flora del convento del cerro de La Popa, que también sucumbió ante la posibilidad de aparecer públicamente en el evento sin ser invitada.

La jornada comenzó ayer en el Cartagena Festival Internacional de Música con el Quinteto de Metales Gomalan, de Italia, integrado por los trompetistas Marco Braito y Marco Pierobon, Nilo Caracristi en la corneta, Gianluca Scipioni en el trombón y el intérprete de tuba Stefano Ammannati. Ellos, a pesar de ser cinco, sobre el escenario logran sonar como una banda en pleno, y para su debut en territorio colombiano escogieron un repertorio variado con obras de Andrea Gabrieli y de su sobrino y alumno, Giovanni Gabrieli, así como piezas de Girolamo Frescobaldi y Gioseffo Guami. Algunas horas más tarde, el quinteto motivó a los asistentes a la plaza San Pedro, durante el primer concierto gratuito del encuentro cultural, saliéndose del protocolo y exhibiendo la faceta más viva de la música del Barroco.

El plato fuerte del concierto estuvo a cargo de la mandolina, el pícolo (la flauta con el registro más agudo), un ensamble selecto de la Mahler Chamber Orchestra y, por supuesto, la brisa que, tanto al lado del Quinteto de Metales Gomalan como con este singular colectivo, mantuvo su sonido permanente e imperturbable. Avi Avital (mandolina) y Paco Varoch (pícolo) interpretaron creaciones de Antonio Vivaldi (1678-1741), y no sólo arribaron a Venecia sino que efectuaron un periplo por sus rincones más recónditos. El público se sintió transportado gracias a estos instrumentos y sus ejecutantes tuvieron que salir en repetidas ocasiones a recibir el aplauso de los asistentes. Gomalan, Avital y Varoch fueron los comandantes de una embarcación que experimentó el sonido del Mediterráneo desde la proa hasta La Popa. 

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