“Meitu”, una app tóxica

Carolina Botero Cabrera
24 de febrero de 2017 - 02:00 a. m.

Meitu está de moda en China. Hace negocio con selfies maquilladas digitalmente para agrandar los ojos y aclarar la piel.

Cuando leí el artículo sobre los millones de usuarias (creo que su público objetivo son esencialmente mujeres) y sobre su éxito en bolsa a pesar de la ausencia de un modelo de negocio, quise ahondar sobre la construcción de negocios que explotan modelos estéticos racistas que hay que cuestionar.

Leyendo sobre Meitu, me enteré de que la aplicación recoge muchos datos de quienes la usan, incluido el IMEI del celular (la cédula de nuestro aparato que, por la dependencia actual que tenemos de él, es al final también nuestra cédula). Seguramente, es con datos como monetizan la obsesión tóxica que promueven, especialmente, entre las mujeres, a pesar de vivir en un mundo de bellezas tan diversas y complejas.

En 2001, “Ojos nuevos para la vieja China” hizo un cruento recorrido del negocio de las cirugías plásticas en ese país que se abría al mundo y adoptaba los cánones de belleza occidentales: “La transformación de la mujer urbana china ha sido tan rápida que pocos recuerdan ya que el Gobierno sólo autorizó el primer Concurso Nacional de Belleza en 1993 y que a finales de los años 80 las jóvenes seguían vistiendo pantalones y chaquetas de pana”. La perturbadora tendencia atemporal de elaborar unicidad en las estéticas, que crea mercados, no es entonces nada nuevo.

Sin embargo, la capacidad masificadora de las TIC sí obliga a preguntarnos sobre su impacto. De hecho, recientemente las profesoras Jane Bailey y Valerie Steeves publicaron su informe “Big Data, normas sociales y discriminación” (en inglés) para analizar el daño que provoca el perfilamiento del big data en niñas y chicas jóvenes, la forma como moldea sus identidades y magnifica las discriminaciones.

Meitu mezcla ese perturbador ideal de belleza etnocéntrica con una herramienta que está al alcance de cualquiera, pues es “la alternativa gratuita a la cirugía estética”. Pero la pregunta es, qué es lo gratis cuando el beneficio del negocio se cobra en los cuerpos de las mujeres y en su autoestima.

 

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