Mejorar la gestión pública

José Manuel Restrepo
13 de mayo de 2018 - 02:00 a. m.

Concluía la semana anterior sobre la importancia de respaldar el gran Pacto Nacional por la Productividad que propuso el Consejo Privado de Competitividad. Algo similar podría decir también de sumarse a la iniciativa de algunos empresarios llamada “Partitura para el Desarrollo Productivo”, que define con más detalle el camino a recorrer en temas críticos de país para elevar el crecimiento, superar el estancamiento competitivo de Colombia y aumentar la productividad de los factores productivos. Hacerlo puede ser un punto de partida para que Colombia crezca más del 5 % en los próximos años, como lo necesitamos para seguir reduciendo la pobreza, construyendo equidad y generando empleo.

Sin embargo, cualquiera de dichas estrategias requiere necesariamente un redimensionamiento de nuestra débil e ineficiente capacidad de gestión pública. La “partitura” mencionada proponía, por ejemplo, la creación de una unidad de eficiencia pública, que apoyada en un equipo de expertos, implicara la intervención de las diferentes entidades públicas para identificar ineficiencias, gastos excesivos, abusos de discrecionalidad o falta de transparencia en la toma de decisiones, ausencia de estrategia, debilidades en seguimiento, barreras o excesos tóxicos en lo normativo, entre otros asuntos.

Abordar este tema de lo público implica, por un lado, considerar los conceptos teóricos de una gestión pública efectiva, pero tan importante como esto, significa también entender la perspectiva “práctica” en la que aparecen restricciones de entorno o contexto, perspectivas de la forma como toman decisiones los actores relevantes, articulación e integralidad de la gestión pública, grados de restricción de la gestión pública y relaciones complejas entre el corto, mediano y largo plazo de las políticas públicas.

Respecto de la idea teórica de una gestión pública efectiva mucho se ha escrito. En particular el DNP en recientes textos sobre la materia, insiste en preocupaciones como la ausencia de herramientas de gestión y seguimiento a resultados de la administración pública, falta de transparencia en la asignación de recursos o en la forma como éstos se ejecutan, arreglos estructurales y normativos que hacen compleja la gestión de lo público y, finalmente, incentivos inapropiados o perversos en dicha gestión. Respecto de la idea de lo “práctico”, destaco los trabajos de OECD (“Panorama de las administraciones públicas”), Banco Mundial (“La formulación de políticas en la OECD: ideas para América Latina”) y del Asian Productivity Organization (“Knowledge Productivity in the Public Sector”), que concluyen en la necesidad de insistir en propósitos adicionales.

En particular, fortalecer las capacidades (de conocimiento, de interpretación y análisis, de monitoreo y evaluación, y de acceso a datos de calidad) de nuestros funcionarios públicos para tomar decisiones “ilustradas”. En segundo lugar la necesidad de mejorar la integración y articulación de los actores públicos en sus actuaciones para evitar fraccionamientos de la política pública y de sus recursos disponibles, así como para lograr coordinaciones institucionales y sectoriales efectivas. Y, finalmente, la necesaria consideración de que muchas veces la administración pública al decidir suele hacerlo en forma ineficiente o con bajo nivel de costo-efectividad, porque termina haciéndolo pensando más en un corto plazo que en la necesidad de construir largo plazo. Se recomienda, por ejemplo, en esto último acudir a modelos de presupuesto no basados en el arrastre de las ineficiencias de años anteriores, sino en los proyectos futuros bajo la modalidad de presupuesto base cero. A lo anterior agregaría la necesidad de una gestión pública que esté preparada para innovar y encontrar formas distintas de ser más eficaz y eficiente a través de nuevas tecnologías y de aprender de buenas prácticas del mundo.

De no seguir estos caminos, nos seguirán pasando capítulos tan tristes como la gerencia del proceso de implementación del proceso de paz, que ha sido incapaz de enfrentar un asunto tan importante en nuestra historia. Basta ver este espectáculo de desarticulación, debilidades de priorización, falta de planificación y ausencia de coordinación de actores involucrados, debilidades en transparencia y de eficiencia en la toma de decisiones que tiene por ejemplo a las antiguas zonas de concentración quejándose de incumplimientos básicos, entre otros líos.

La buena gestión pública es hoy un atributo central para que todo lo que estamos proponiendo en productividad y competitividad efectivamente opere y se cumpla, y merece especial atención.

jrestrep@gmail.com

Twitter: @jrestrp

 

 

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