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Mentiras azucaradas

Daniel Pacheco
18 de agosto de 2015 - 02:26 a. m.

Este polvo blanco es adictivo, mata y se consigue en cualquier esquina. El consumo de azúcar causa más muertes que la cocaína, pero se vende abiertamente y se promueve con eslóganes como “destapa la felicidad”.

Nadie se refrescaría comiéndose 11 cucharaditas de azúcar en una sentada, pero sí nos tomamos con gusto una lata de Coca-Cola que tiene eso, 25 gramos de azúcar procesada. Y no hay que negarlo, es deliciosa. Fría, con hielo, baja con el cosquilleo preciso por la garganta. Debería ser un placer culpable, pero sus productores se niegan a reconocer que las bebidas azucaradas son perjudiciales para la salud, para utilizar la frase impresa en todos los paquetes de cigarrillos que se venden en Colombia.

Igual que las tabacaleras en el siglo pasado, las compañías de bebidas azucaradas en todo el mundo están acudiendo a la ciencia prepagada para proteger sus ganancias. Hace poco The New York Times publicó un reporte sobre la estrategia refinada de Coca-Cola. Ante la preocupación por las altas tasas de obesidad en las poblaciones de prácticamente todos los países, Coca-Cola está financiando estudios y organizaciones que avanzan el argumento de que la obesidad es causada por el sedentarismo, por la falta de ejercicio, y no por el consumo desbordado de calorías.

El “balance energético” es la frase de la pseudociencia pagada por Coca-Cola. La promueven organizaciones como Global Energy Balance Network, una ONG dedicada a “reducir las enfermedades asociadas a la inactividad, la mala nutrición y la obesidad”, que recibió una donación de $1,5 millones de Coca-Cola para arrancar su promoción de medidas “basadas en la ciencia” para reducir la obesidad.

Sin embargo, el consenso científico —que por ser científico no está exento de dudas y vacíos— es que la obesidad es causada principalmente por el consumo excesivo de calorías, más allá de cuánto ejercicio se haga. Aseem Malhotra, un cardiólogo de la Academia Médica del Reino Unido, ha argumentado en diarios y revistas científicas que, a pesar del aumento en las tasas de ejercicio en EE.UU., también había aumentado la obesidad. De hecho, otro estudio publicado en el New England Journal of Medicine mostró que la gente que hace dieta tiene una mayor probabilidad de perder peso que la gente que hace dieta y ejercicio al mismo tiempo.

La evidencia científica no financiada por Coca-Cola apunta a que es un mito que el sedentarismo esté detrás de la epidemia de obesidad. En cambio sugiere que es el consumo de calorías, específicamente de calorías en bebidas azucaradas.

El engaño del ejercicio no es un fenómeno gringo, ni de Coca-Cola. No es coincidencia que Postobón, por ejemplo, sea uno de los mayores patrocinadores de equipos y actividades deportivas.

Además de reconocer en sus etiquetas que lo que venden no es saludable, una pelea difícil y larga, es apenas justo que las gaseosas sean gravadas con impuestos adicionales para ayudar a pagar el aumento en los costos que generan al sistema de salud, y reducir su consumo.

 

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