Mentiras, esperanza y realidad

Luis Carlos Vélez
21 de mayo de 2018 - 02:00 a. m.

Ojalá tuviera una bola de cristal para responder con precisión la pregunta que todos nos hacemos por estos días: ¿quién pasará a segunda vuelta? Sinceramente no sé, pero de lo que sí creo estar convencido es que será mucho más complejo de lo que la fotografía de las encuestas, muchas veces conveniente y con un presente cuestionado internacionalmente, revela.

Empecemos por lo más sencillo. Muy seguramente habrá segunda vuelta. Son muy pocas la probabilidades de que Iván Duque sea presidente en primera ronda. Aunque su campaña está haciendo todo lo posible para que así sea, la realidad es que la fuerza de los tres candidatos que se pelean el segundo lugar es suficientemente grande como para forzar el aplazamiento de la elección del mandatario.

La discusión real está en qué tanta mentira hay en los números de Petro, qué tanto de la esperanza que genera Fajado se materializará en votos y qué tan real es la maquinaria política que con juicio ha construido Vargas Lleras.

Me explico. Gustavo Petro tiene el reto de demostrar que las fotografías y dimensión de sus manifestaciones en plaza pública y fuerza en redes sociales es real y no un efecto óptico. Para nadie es un secreto que pocas cosas son tan manipulables como las tendencias digitales. Por eso, aún falta por demostrar que ser popular en el mundo virtual es directamente proporcional a serlo en el mundo real. Hasta ahora una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Si esto fuera así, el actor mejor pagado del mundo sería un youtuber y no Mark Wahlberg, quien facturó US$68 millones en 2017 según Forbes.

El otro reto que tiene el candidato es lograr que su fuerte, el público joven, salga a votar. Estadísticamente, las personas entre 18 y 25 años están entre las que menos ejercen su derecho y las que más fácilmente cambian de parecer. Para ponerlo en otras palabras, son de las más infieles electoralmente hablando.

Del lado del doctor Fajardo, será muy interesante ver si el ambiente de cambio y esperanza positivo e intelectual que lo rodea es suficiente como para ponerlo en la pelea. Su tendencia en las encuestas lo muestra ascendente y es inevitable sentir que es el Hillary Clinton colombiano, en el sentido de que es el apoyado por las celebridades, los periodistas y los académicos. Es el candidato “cool” que muchos desean, pero que aún tiene que demostrar que puede.

Y por último, la realidad. Germán Vargas Lleras es el candidato que más experiencia tiene en el manejo del Estado. Es el que más ha estudiado y diseñado una plataforma responsable y real, y el que, al mismo tiempo, ha construido una campaña desde el supuesto central hasta ahora reinante en la política nacional y este es el de la existencia de una poderosa maquinaria incluso más fuerte que el voto de opinión. Vargas Lleras tiene que demostrar que su practicidad y método es más fuerte que la emoción.

Las cartas están jugadas. Hasta ahora, los candidatos han podido en libertad y con seguridad excepcional presentar sus plataformas hasta el cansancio. Ha sido tanta la discusión política que hasta sufrimos de debatitis aguda. Por eso suena ridículo e irresponsable a estas alturas andar levantando la carta de fraude. Uno de los atributos del nuevo presidente debería ser el de buena persona y ser buen perdedor es un ingrediente fundamental. Entre tanto, tenemos una semana para definir la mentira, la esperanza y la realidad.

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