La columna de Peláez

Merecido

Hernán Peláez Restrepo
15 de julio de 2018 - 08:01 p. m.

Para los seguidores del fútbol, para aquellos que les gusta verlo sin importar los colores de las camisetas, sino el juego en sí mismo, el partido entre Inglaterra y Bélgica, ese de consolación -si se quiere llamar así, por aquello del tercer puesto en el Mundial-, resultó muy bueno. Fundamentalmente por el profesionalismo demostrado por los jugadores de ambas selecciones.

Tanto Bélgica, merecido ganador, como el perdedor, Inglaterra, brindaron con ganas y deseos un partido entretenido, con emociones y aproximaciones en los arcos. Bélgica  propició más, así la exclusión de Lukaku haya resentido, en el pasaje del segundo tiempo, el plan para anotar en acciones de contraataque.

Hazard enseñó su calidad por la manera cómo definió el segundo gol y la capacidad de ir a jugar más en la zona central, cuando salió Lukaku. Pero, es delantero en cualquier lugar del terreno y lo hace con alto rendimiento. Por eso estará en la lista reducida para la distinción al mejor valor individual de esta Copa del Mundo.

Se pudieron apreciar dos estilos bien antagonistas. Los belgas con un fútbol más fluido, elegante si se quiere, generaron intentos para aprovechar la presión que ejercían los ingleses por el empate. Los de Southgate dispusieron, quizás, con una de las jugadas más claras: la creada por Dier, no obstante Courtois cerró e impidió el empate. Más fue el desperdicio de Bélgica, que los sustos pasados en su portería.
Inglaterra patentó en el Mundial, el famoso “tren” que sus jugadores construían cuando había tiro de esquina a su favor, recordando su preferencia por la pelota parada y el juego aéreo.

Es justo mencionar lo del profesionalismo. Sin teatro, cuando chocaban jugadores, o un zaguero iba a trabar la jugada con fuerza, los protagonistas caían, se levantaban, se daban la mano y seguían. Ninguno pedía tarjeta amarilla, ni siquiera reclamaron los perdedores cuando una falta en el área sobre Rashford ameritaba ir al VAR. Todos entregaron lo mejor que podían ofrecer y, sin mayores aspavientos ni gestos demagogos, se despidieron del Mundial de Rusia 2018, jugando con seriedad y entrega.  

Fue merecido el triunfo de Bélgica por jugar bien y mejor que el rival y, así sea premio menor, se lo llevaron con el reconocimiento de quienes siempre queremos ver este tipo de juego.

 

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