Miedo: totalitarismo en Colombia

Cecilia Orozco Tascón
23 de octubre de 2019 - 00:00 a. m.

Admítanlo o no empresarios, banqueros, congresistas, empleados públicos, medios de comunicación y sus periodistas, los que viven de sus pequeños y medianos negocios, e incluso el cuerpo diplomático y los organismos internacionales aquí representados, el uribismo inspira miedo. Miedo al inmenso poder que detenta esa corporación con su dominio del Estado, bien cuando otorga favores y bendiciones, bien cuando mina, persigue y destruye lo que no se ajusta a sus mandatos inapelables. El uribismo intimida, amenaza, advierte y gana terreno. La temporada de elecciones locales y regionales que culminará el próximo domingo, cuando los votantes escojan a sus alcaldes, gobernadores, concejos y asambleas, ha sido la demostración de hasta dónde la corporación que aglutina a la ultraderecha —Centro Democrático es nombre de ficción— es capaz de actuar por encima y por debajo de las reglas.

En Bogotá, traicionaron a su candidata, Ángela Garzón, y la desecharon en cuanto creyeron encontrar a su agente ganador, Miguel Uribe. Para dar ese salto, la corporación se alió con un partido de origen anticlerical (Liberal) y, simultáneamente, con dos colectividades político-religiosas (Mira y Colombia Justa Libres). Consta a los ciudadanos la rumba ofensiva del dinero en esa campaña en tiempos de supuesta crisis económica, por la profusión de publicidad multimillonaria a favor de Uribe Turbay. En Medellín, el líder de la corporación en persona activó la propaganda sucia contra el aspirante Daniel Quintero cuando este subió en las encuestas y se convirtió en rival real de su ungido Alfredo Ramos, hijo del señor con investigaciones suspendidas por sus presuntos nexos con el paramilitarismo antioqueño. A Quintero le ha tocado debatir sus propuestas en medio de panfletos, amenazas a su vida, pasacalles con datos falsos en toda Medellín y hasta con marchas de sujetos con pañuelos negros cubriendo sus caras y pancartas infamantes en su contra. El senador expresidente publicó, semanas antes, trinos en que afirmaba que Quintero era “el agente de Petro en Medellín”. “Evitemos eso…”, dijo, y vaya si le están haciendo caso sus seguidores.

Y en Cali, las prácticas para ganar o ganar han pasado al escándalo. El candidato de la corporación cuenta con la voluntad rendida del establecimiento de rancio abolengo, contraria a su costumbre de impulsar solo a los de su clase. Ahora, los grandes apellidos están en contra de Eder aunque finjan lo contrario, y ayudan, con métodos impuros, a un antiguo vendedor callejero de chance. No le reconocen el mérito monetario de pasar del estrato más bajo al de millonario codiciado. No se trata de un repentino acto de democracia. Recibieron orden de la corporación. Y listo. Entonces, fuerzan a votar por Roberto Ortiz, apodado “el Chontico”. Un video que circula hace unas horas en Cali (ver) es resumen de las prácticas repugnantes de la corporación: la “dueña” de un colegio privado, pero con derecho a subvenciones de la Alcaldía, cerca de Aguablanca, constriñe a los padres de 900 estudiantes a votar por Ortiz a la Alcaldía, y por dos candidatos del senador de Cambio Radical Carlos Fernando Motoa, so pena de perder la gratuidad de la educación en ese sitio. La señora no es X. Es la directora de la asociación de instituciones de cobertura educativa de esa capital. Es decir, de todos los colegios que reciben ayuda económica oficial. Contra esta manipulación grosera que comparten los “cacaos” y los políticos de la corporación pese a que fungen, hoy, como servidores del gobierno Duque, levantó su voz el valeroso arzobispo Darío de Jesús Monsalve. Como era de esperarse, le cayó un aguacero de insultos por la “intervención en política” de un prelado católico.

La doble moral de la corporación quedó expuesta en toda su magnitud: no hay fortuna más preciada para ella que la adhesión política de las miles de iglesias cristianas que pululan en Colombia: Miguel Uribe fue “ungido” por un pastor (ver) después de recibir el apoyo de 1.000 iglesias bogotanas, según reporte mediático (ver); pastores de gran labia y poca moral hicieron campaña para infundir miedo (otra vez, miedo) con el fin de que sus fieles votaran por el No en el plebiscito de la paz (ver); las mismas iglesias anunciaron su voto por Iván Duque y le dieron su bendición a cambio de jurar que respetaría la letra de la Biblia antes que la de la Constitución. Pero monseñor Monsalve, ciudadano colombiano, no puede opinar y debe retirarse del sacerdocio, según la corporación. El miedo y la doble moral constituyen nuestro presente. Y nuestro futuro, si no aparecen millones de ciudadanos libres para exigir nuestros derechos. Así estamos, así vamos.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar