Mientras China va tras las iglesias, los cristianos dicen: “no renunciaremos a nuestra fe”

Columnista invitado EE
29 de diciembre de 2018 - 05:30 a. m.

Por Javier C. Hernández

Chengdu, China — Durante meses, Gu Baoluo estuvo esperando con ansias una celebración navideña bulliciosa en una de las iglesias protestantes más conocidas de China. Le encantaba decorar árboles, cantar canciones como “Silent Night” y ver el desfile anual de Navidad con el que se relata el nacimiento de Jesucristo.

Sin embargo, a principios de diciembre, la policía clausuró el lugar de culto habitual de Gu, la Iglesia del Pacto de la Lluvia Temprana en la ciudad de Chengdu, al suroeste, como parte de lo que los activistas describieron como la campaña más severa contra el cristianismo en más de una década. La policía confiscó biblias, clausuró una escuela y seminario dirigido por la famosa iglesia y arrestó al pastor de Lluvia Temprana, un crítico franco, bajo cargos de “incitar a la subversión”, un delito que en algunos casos serios es castigable con por lo menos cinco años en prisión.

En Nochebuena, Gu, de 31 años, un vendedor de arroz, fue al único lugar seguro de culto que conocía: la casa de un amigo, donde recitó himnos y oró por las dos decenas de miembros de Lluvia Temprana que están detenidos. Por temor a que los arrestaran a él y a sus amigos, Gu utilizó aplicaciones de mensajería cifrada para compartir información sobre vigilancia y acoso por parte de la policía.

“No abandonaremos nuestra fe a causa de la represión de las autoridades”, comentó Gu.

Mientras millones en todo el mundo se reúnen para celebrar Navidad, China está terminando un año en el que el gobierno del presidente Xi Jinping ha encabezado una campaña implacable contra iglesias no oficiales en China, que según algunos cálculos atienden hasta a 30 millones de personas.

Xi, al parecer preocupado de que el culto independiente se convierta en una amenaza al dominio del Partido Comunista respecto de la vida cotidiana en China, ha buscado que el cristianismo se someta de manera más firme al control del partido. Este año, el gobierno prohibió la venta en línea de la Biblia, quemó cruces, demolió iglesias y obligó a que se clausuraran por lo menos media decena de lugares de culto.

La campaña llega ahora que Xi, el líder más poderoso de China desde Mao Zedong, ha trabajado para controlar de manera más agresiva la religión en toda China, incluida la detención de miles de musulmanes en la región occidental de Xinjiang.

Renee Xia, directora internacional de China Human Rights Defenders, un grupo de defensa, dijo que el objetivo de la iniciativa era ir tras “el corazón de la resistencia cristiana clandestina”. El Gobierno ha concentrado su campaña contra las iglesias cristianas no oficiales que promueven ideas como la justicia social o han criticado el control del partido en la sociedad.

“El mensaje es que no se pueden meter con Xi”, dijo Xia.

La intensidad de la campaña aumentó durante las semanas anteriores a Navidad. La policía cerró este mes la iglesia de Rongguili, de 40 años de antigüedad, en la ciudad china de Cantón, al sur, que atrajo a miles de devotos. Y en septiembre, las autoridades en Pekín ordenaron la clausura de la iglesia de Zion, con 1.500 miembros, una de las iglesias no oficiales más grandes de la capital.

El Gobierno requiere que los grupos religiosos se registren, aunque muchos aún rinden culto en iglesias no oficiales, a veces llamadas iglesias clandestinas o caseras.

Li Shuangde, profesora en Chingdu que ha sido parte de Lluvia Temprana desde 2011, dijo que las autoridades les habían pedido a los miembros de la iglesia que firmaran cartas en las que declaran que ya no creen en el cristianismo. Dijo que Lluvia Temprana no tuvo más elección que seguir existiendo en secreto. “Nos hemos vuelto clandestinos”, comentó.

Los miembros han seguido organizando misas los domingos, a veces en las riberas de un río cerca de la antigua sede de la iglesia, dentro de un alto edificio en el centro de la ciudad. Han hecho un llamado a favor de la liberación de los líderes detenidos, entre ellos Wang Yi, el pastor de Lluvia Temprana, y su esposa, Jiang Rong.

En la Iglesia Reformada de Chengdu Xishuipang, una iglesia protestante con vínculos cercanos a Lluvia Temprana, más de 100 personas se reunieron dentro de una sala de culto en el piso dieciséis de un edificio de apartamentos.

Un coro de niños cantó “Silent Night” y un pequeño árbol de Navidad, decorado con copos de nieve, se encontraba cerca del atril.

La ansiedad provocada por los arrestos recientes se sintió durante la ceremonia.

“Si ven a la policía, a la seguridad nacional o a los trabajadores comunitarios, salúdenlos con amabilidad”, le dijo a la congregación Wen Hongbin, un anciano en Xishuipang. “Si intentan tomar el micrófono, les pido a los hermanos que están sentados en la primera fila que, por favor, los detengan”.

Aunque no mencionó explícitamente a Lluvia Temprana, Wen les pidió a los asistentes que recordaran “a los que fueron detenidos como criminales”. Después comenzó un sermón acerca del significado de la Navidad y el sacrificio realizado por Jesucristo.

No obstante, la creciente influencia de China en los asuntos globales la ha protegido de las críticas.

Una voz notablemente silenciosa: el Vaticano, que en septiembre llegó a un acuerdo provisional con el Gobierno chino para terminar con una lucha de poder de hace décadas respecto del derecho a designar obispos en China. El Vaticano dijo que envió una delegación de líderes a China este mes para concretar los detalles del acuerdo, pero rechazó hacer comentarios sobre la campaña contra las iglesias cristianas.

A pesar de los esfuerzos de Xi para expandir el control del culto que ejerce el partido, oficialmente ateísta, la vida religiosa en China está prosperando. Aunque las cifras oficiales son poco precisas, los expertos creen que hay cerca de 60 millones de cristianos en China, con casi la mitad de ellos practicando su culto en iglesias aprobadas por el Estado y la otra mitad en iglesias no oficiales.

Gu, el vendedor de arroz, comenzó a asistir a las misas en Lluvia Temprana hace dos años, después de encontrar en línea videos de los sermones apasionados de Wang. Sintió que la preocupación de Wang por los pobres se apegaba a su propia opinión de que el Gobierno estaba abusando de los trabajadores y violando los derechos humanos al destruir sus casas para hacerles espacio a desarrollos costosos. Gu fue bautizado el año pasado.

“Vi injusticias en la sociedad”, dijo Gu. “Vi que es una mentira cuando el Gobierno promociona a China como un país justo en el que se aplica la ley de manera civilizada”.

Preocupado por su propia seguridad, Gu hace poco cerró sus negocios, y esperó evitar el escrutinio del Gobierno. Dijo que ha sentido miedo al ver que la policía arresta a sus amigos.

Gu ha recurrido a la Biblia en días recientes para obtener apoyo. A veces, recita un verso de Proverbios: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”.

(c) The New York Times.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar