Millos y Santa Fe, muy parecidos

Antonio Casale
01 de octubre de 2018 - 04:00 a. m.

Mañana, Millonarios y Santa Fe, que hace mucho rato no vivían un momento tan malo en cuanto a resultados, jugarán el clásico que define cuál de los dos sigue con vida en la Copa Sudamericana. Hoy son equipos muy parejos, nivelados, pero por lo bajo, dirán algunos. Otros creemos que, aunque no son propiamente un dechado de virtudes, no lo han hecho tan mal, pero la suerte, esa que cuando juega a favor no se le tiene en cuenta, está de espaldas. Y la verdad es que son más las semejanzas que las diferencias.

Los dos están por fuera de los ocho en la Liga, una de las más pobres en cuanto a nivel de los últimos tiempos. Los dos perdieron sus juegos del fin de semana. Los dos han sufrido lo indecible por las lesiones este semestre. Millonarios sobrevivió a Jaguares, sí, a Jaguares en Bogotá, y desde el punto penal clasificó a las semifinales de la Copa local. Santa Fe se quedó por fuera, también en los penales, ante Once Caldas. Uno tiene vida y el otro no, es cierto, pero el que está vivo ilusiona tan poquito como el que no.

Ninguno de los dos lo hace del todo mal en ataque. Cuando juegan sin miedo producen algo de peligro en el arco contrario, pero no son tan efectivos en el último cuarto. Ahí los dos son atropellados, ansiosos. Pero entonces comienza uno a entender el pavor con el que atacan. Cuando pierden la pelota, que no pasa muchas veces porque avanzan bien en bloque y finalizan las jugadas, los dos son un desastre, sus defensas no regresan de manera coordinada. Entonces les llegan poco, pero cuando lo hacen les convierten. Jaguares tuvo una y fue gol. Bucaramanga tuvo tres, y dos se fueron para adentro. Eso en cuanto a Millonarios. En el rojo pasa algo parecido. El Cali marcó dos goles de pelota quieta y poco más inquietó a Solís. Santa Fe, en cambio, sacó figura a Camilo Vargas y no hizo ningún gol.

En lo de las lesiones parecería que Santa Fe ha sufrido más que Millonarios, pero igual, Duque, Macallister, Ovelar y Marrugo son habituales clientes de la enfermería. Es momento de revisar las cargas físicas en los entrenamientos.

Ninguno aprovecha la localía, que en Bogotá significa la altura. Otros eran los tiempos en que los equipos bogotanos salían a ahogar al rival, a aprovechar los primeros 20 minutos, que es cuando el cuerpo sufre más ahogo. Ahora los dejan acomodar tranquilamente. En esa pasividad también se parecen.

Los dos técnicos, Russo y Sanguinetti, encuentran pocas razones y muchas emociones para explicar lo que está pasando, y razón no les falta. A los dos les discuten las alineaciones, pero, al mismo tiempo, esa es una señal de que lo han intentado todo. En los cambios y a la luz de los resultados, los dos suelen equivocarse al menos una vez por partido.

Con todo y todo, mañana los dos tendrán la oportunidad de darle una alegría a su hinchada. Ojalá jueguen sin miedo. Es menester olvidar, y rápido, el último clásico.

 

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