Minimalistas

Adriana Cooper
09 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

Hace unos años, varias gotas de agua cayeron sobre la pantalla del celular. El peso sutil del líquido hizo presión sobre la aplicación de You Tube y así, de la nada, comencé a ver un video en el que hablaban dos hombres: Joshua Fields Millburn y Ryan Nicodemus. No los había visto antes, pero me causaron curiosidad por la forma en que se hacían llamar: “Los minimalistas”. Desde ese momento quise ver y escuchar sus videos y programas. La razón de mi interés estaba en su mensaje distinto: una apología constante a desprenderse de objetos innecesarios o de ilusiones perseguidas para complacer a otros. Su historia con la búsqueda de lo esencial empezó cuando ambos tenían treinta años y estaban en la cima del mundo corporativo estadounidense: eran jefes reconocidos, tenían una hoja de vida llena de títulos, vivían en casas grandes, conducían carros lujosos, muchos objetos llenaban sus casas y cumplían el llamado sueño americano. Sin embargo, no estaban satisfechos. Además de trabajar ochenta horas a la semana y ver cómo sus deudas permanecían, tenían la sensación constante de que faltaba algo.

Desde su despedida del mundo corporativo y un cambio en el camino, ayudaron a construir dos orfanatos, apoyaron a víctimas de huracanes y crearon una escuela en Kenya y en Laos. También se centraron en buscar más tiempo, creatividad y experiencias. Más libertad. También llevaron su mensaje a más de 20 millones de personas. Aunque el término minimalismo se usó por primera vez en la década de los sesenta, la idea de vivir con menos para enfocarse en lo esencial y quitar la atención a la acumulación de objetos, a la producción masiva o sobrecarga de actividades ya la habían mencionado de alguna forma los ascetas, la doctrina zen e incluso los cabalistas.

En tiempos de pandemia, el velo se levanta y revela la esencia: ¿quién ayuda a otros? ¿qué gobernantes toman decisiones valientes e inteligentes? ¿qué somos capaces de hacer dentro de nuestras casas y sin ayuda? ¿sabemos tolerar el paso del tiempo? ¿quiénes tienen beneficios laborales reales? ¿quién pertenece o no a una comunidad? ¿Criticamos o ayudamos? ¿a qué personas damos atención? ¿quién puede dar sin recibir? ¿quién quiere regresar a jornadas intensas donde la misión es producir, trabajar todo el día o consumir? ¿cuáles son los oficios vitales que necesitan otras condiciones o remuneración? ¿quién es importante para nosotros? ¿para quién somos importantes y quién lo demuestra sin excusas? ¿cómo apoya el gobierno a los independientes? ¿qué necesitan aprender realmente los niños mientras están en la casa? ¿De qué o de quién somos esclavos?

Desde anoche y por primera vez en los últimos tres mil doscientos setenta años desde el éxodo de Egipto, los judíos del mundo celebran en la soledad de sus casas una de sus fiestas más importantes: Pésaj (la pascua), la fiesta de la libertad. No habrá familias numerosas reunidas, regalos, viajes, invitados ni muchas preparaciones. El mensaje será el protagonista, la esencia. Como en el minimalismo. Y la fecha, según Jonathan Safran, será un “acto radical de empatía” que consistirá en sentir propia y real la situación de otros. Como ahora.

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