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Miremos hacia los ríos del Caquetá

Claudia Morales
14 de agosto de 2020 - 05:00 a. m.

Cartas a Antonia, el libro póstumo de Alfredo Molano Bravo, es sobre el amor a su nieta y también sobre el amor a Colombia, sus campesinos, indígenas y negros. Es un documento sobre el abuso a las tierras y los ríos de nuestro país. Y es en ellos, los ríos, donde concentro esta columna.

“Nuestros ríos han sido violados”, me dijo en una entrevista Mary Grueso, la narradora y poeta del Pacífico. Molano lo reafirma en este último libro, como lo hizo en otros escritos. Nos cuenta cómo los ríos del Cauca, o el Ranchería en La Guajira, entre otros, han terminado en manos de empresas que explotan minerales y, que bajo una falsa promesa de prosperidad, han arrasado con las aguas limpias, los peces y la alegría de las comunidades.

Desde la Colonia han violado los ríos: “Los españoles tenían minas de oro, sobre todo en la cordillera Occidental, la que mira al mar Pacífico. Ahí siempre ha habido mucho oro, miles de toneladas de oro se han sacado de los ríos y quebradas que llevan el agua al océano. A los esclavos negros nunca se les pagaba por su trabajo, solo se les alimentaba para que no se murieran, y cada uno, según su fuerza y salud, valía”, dice un fragmento de Cartas a Antonia.

Es pertinente, hoy y siempre, el libro del sociólogo y periodista de saco rojo y tenis Converse. Lo es, entre muchas cosas, porque nos recuerda lo infinitamente indolentes que hemos sido con nuestros ríos y las comunidades que viven de ellos, aunque, por fortuna, siempre aparecen ciudadanos salvadores. Esta vez, ellos están en Florencia, Caquetá, y su propósito es lograr la declaración como sujetos de derechos de los tres principales ríos del departamento: el río Caguán, el río Pescado y el río Caquetá.

Fernando Vela, director de la fundación Romi Kumu, y quien con su grupo de trabajo interpondrá los recursos de tutela para lograr el amparo de los tres ríos, me explicó que la Corporación Autónoma Regional del Caquetá, Corpoamazonia y los gobiernos locales y nacionales “no han actuado en la contención de los problemas ambientales y sociales que amenazan la salud de los ríos. La minería ilegal avanza y las aguas residuales siguen contaminando las cuencas. Los vertimientos de la industria agropecuaria, el extractivismo petrolero y el glifosato aparecen de nuevo en el ambiente con sus consecuencias ya conocidas en nuestros ríos”.

El departamento del Caquetá es víctima del abandono del Estado desde la colonización. Allí han exterminado a los indígenas, han matado la fauna y la flora, y es una de las áreas apetecidas para cultivar la hoja de coca, montar los laboratorios para procesarla y convertirla en el veneno maldito de la cocaína. Ha sido el escenario violento de la guerrilla, los paramilitares, los narcos (confabulados con los dos grupos anteriores) y la arena de políticos apocados.

Vela sostiene que “es el departamento más deforestado en Colombia”, con unos protagonistas silenciosos: los ríos, que han recibido los restos de la guerra, las aguas negras, el mercurio de la minería y los desechos de la producción de la pasta de coca. Alrededor de los ríos Caguán, Pescado y Caquetá, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) adjudicó 52 licencias mineras, 13 bloques petroleros y cuatro represas. Es decir, seguimos violando nuestros ríos.

El 19 de agosto la fundación Romi Kumu radicará las tres tutelas en un acto que no tiene precedentes en Colombia. Por nosotros y nuestros hijos, mi invitación es a acompañar esta acción y a darle la fuerza con un seguimiento comprometido. ¿Les suena?

@ClaMoralesM

* Periodista.

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