Mis recuerdos del 9 de abril de 1948

Luis I. Sandoval M.
10 de abril de 2018 - 05:00 a. m.

Los más antiguos recuerdos que guardo en mi memoria son del Bogotazo del 9 de abril de 1948. Nacido en noviembre del 43, en abril del 48 tenía cuatro años y medio. La familia Sandoval Moreno, mi padre tipógrafo y mi madre enfermera, un hermano de tres años y una hermana de meses, vivíamos en la carrera 7ªA con calle 7ª sur en el borde del barrio Primero de mayo y muy cerca del barrio obrero Villa Javier. 

En el extremo norte de la cuadra había una fama (expendio de carne), identificada con una pequeña bandera roja. Desde la puerta de mi casa vi cómo allí, hacia las dos de la tarde, se iba aglomerando la gente alrededor de la bandera y cómo un hombre de traje y sombrero negro se sube a una silla y desde esa posición sobresaliente se dirige por instantes al grupo, el cual de inmediato se dispara a buscar la carrera 7ª.   

Cerca de las tres o cuatro de la tarde llega mi madre, Carmen, muy alarmada por lo que estaba pasando. Nos hace entrar a la casa, nos prohíbe asomarnos a la calle, y sale presurosa en busca de mi padre, Ignacio. La persona que nos acompaña, Teresa, pariente venida del campo, pone la tranca a la puerta de madera. 

Mi madre se dirige hacia la calle 10ª con carrera 10ª donde se encuentra la Imprenta Nacional, lugar de trabajo de mi padre. En esa trayectoria, a pie, pasa por la cárcel Modelo (hoy Distrital) al momento en que se abrían las puertas y los presos se lanzaban a la calle armados con palos, varillas, cuchillos, machetes y herramientas que tomaron de los talleres de la cárcel. Ella queda inmersa en esa tromba humana airada que como avalancha rueda hacia el centro de la ciudad. 

Yo logro abrir la ventana que da a la calle y veo carros que arden y en un momento un estallido deja en llamas la fábrica de losa que estaba al frente de nuestra casa al otro lado de la calzada. Las horas pasaban mientras oíamos la radio desbocada en la cual se contaba lo que estaba pasando, se hacían arengas e impartían consignas. 

Mi padre llegó, calculo, hacia las seis de la tarde, mi madre regresó también al  poco rato, no se habían encontrado. Con mucha emotividad contaban lo que habían visto y la forma como habían sorteado incendios y tiroteos. Milagrosamente habían llegado sanos y salvos, después de estar en el corazón mismo de la revuelta. Naturalmente, estos sucesos se fijaron en mi retina y en mi memoria porque muchas veces durante años fueron contados y vueltos a contar en reuniones familiares y de amigos.

En el año 53, cuando ya tenía diez años de edad, viví el golpe militar del general Gustavo Rojas Pinilla, y en el 57 cuando cursaba primero de bachillerato en Santa Rosa de Cabal me vi involucrado en la agitación del Paro Cívico que, como una formidable acción de desobediencia civil, puso fin al régimen oprobioso de la dictadura.

Después, por estudio y por intercambio con destacados líderes de la época y en ejercicio de militancia en movimientos sociales y políticos de transformación, me he formado una idea de lo que pasó en el 48 y años subsiguientes: se truncó el ascenso de un movimiento popular de masas liderado por Jorge Eliécer Gaitán. 

Tras atroz guerra interna de más de medio siglo, el pueblo colombiano intenta hoy trabajosamente retomar la historia interrumpida el 9 de abril de 1948. 

lucho_sando@yahoo.es

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