Misiles

José Fernando Isaza
21 de septiembre de 2017 - 02:00 a. m.

El país más aislado del mundo, Corea del Norte, además es una dictadura hereditaria. Su actual jefe de gobierno, Kim Jong-un, comparte con su padre y su abuelo ser gobernantes vitalicios. No es fácil conocer cómo es en realidad la vida en Corea del Norte. No debe ser tan terrible como la muestra la propaganda de sus enemigos, ni tan feliz y bucólica como la presenta el gobierno. Un documental, El juego de la propaganda (2015), muestra una visión algo equilibrada. Su realizador, el español Álvaro Longoria, tuvo que estar siempre acompañado de un coterráneo suyo alto oficial del ejército norcoreano. Los empleados gubernamentales justifican el programa nuclear como la única forma de defenderse contra una agresión de EE. UU. o sus aliados.

La vida allí tiene aspectos muy desagradables, parece una visión del ideal de la sociedad que plantea el Centro Democrático (CD). El culto a la personalidad del líder Kim evoca la idea de los áulicos del CD con su líder.

Perogrullo diría que es mejor que no haya en el mundo armamento nuclear, pero lo hay; de acuerdo con el Bulletin of the atomic scientists, hay 15.000 cabezas nucleares en 14 países, y de estas, 1.800 están listas para ser utilizadas con corto aviso. Del total, el 93 % está en Rusia y Estados Unidos, Pakistán tiene 130 y Corea del Norte, 20 ojivas nucleares.

Durante el período 1945-1992 (año en que EE. UU. suspendió los ensayos), Rusia realizó 715 ensayos nucleares; EE. UU., 1.054; China, 45. Muchos de ellos en la atmósfera, arrojando residuos radiactivos. Corea ha realizado seis ensayos, todos bajo tierra.

El único país en la historia que ha lanzado ataques nucleares contra población civil ha sido Estados Unidos: dos bombas atómicas.

Es un alto riesgo que un dictador tenga el poder de desencadenar un holocausto nuclear, pero es igualmente grave que un gobierno democrático lo haga. Se considera que el mayor riesgo no es Kim, sino Trump, Kim sabe muy bien que la respuesta a un ataque nuclear inicial sería la destrucción de su régimen y su país.

La historia señala que Corea del Norte no ha invadido países vecinos, la guerra de Corea en los 50 fue un enfrentamiento chino-ruso contra EE.UU. y sus aliados. Por el contrario, ha sido invadida por Japón en los siglos XIX y XX y sus habitantes llevados al país invasor como trabajadores forzados; aún hoy, después de cinco generaciones, sus descendientes no tienen en Japón los derechos de nacionalidad.

Las democracias europeas consolidadas no tienen un “seguro” que impida que un fanático llegue al poder. El caso de Francia es interesante, un personaje como Marine Le Pen puede ganar y si comparte su odio racial puede hacerle pensar: ¿por qué no impedir la inmigración atacando los países norafricanos? Para eso está el arsenal nuclear.

Los misiles que envía Corea del Norte no están cargados con ojivas nucleares, los ensaya para demostrar que pueden alcanzar Japón y la base americana de Guam. Afortunadamente, pasarán algunos años para que dispongan de la tecnología que les permita alcanzar la costa oeste de Norteamérica. El mayor riesgo de un ataque “preventivo” por parte de EE. UU. sería la destrucción de Seúl y buena parte del Corea del Sur por reacción del gobierno de Pyongyang

Los gobiernos de Japón y Corea del Sur han estado negociando con Trump para que antes de cualquier operación de guerra contra Corea del Norte, esta sea aprobada por ellos, ya que llevarían la peor parte en una demencial guerra.

 

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