Moñona

José Fernando Isaza
12 de octubre de 2017 - 02:00 a. m.

Es posible que el único científico que es a la vez galardonado con el premio Óscar de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas y con el Nobel de Física otorgado por la Academia de Ciencias de Suecia sea Kip Thorne.

Thorne fue el director científico y productor de las imágenes del agujero negro de la película Interestelar, que ganó el Óscar por los efectos especiales. Las imágenes tridimensionales del agujero negro Gargantúa fueron generadas por Thorne aplicando las ecuaciones del espacio-tiempo en regiones cercanas al horizonte del agujero negro. Nadie más indicado para realizar este trabajo. Kip laboró con J.A. Wheeler y C. Misner en la publicación Gravitation (1973), una verdadera biblia de 1.290 páginas de la teoría de relatividad general de Einstein. El nombre agujero negro fue acuñado por Wheeler.

Thorne busca establecer un canon que deben seguir las películas de ciencia ficción. No deben violar ninguna ley de la Física; se acepta que pueda haber “especulaciones” que puedan interpretarse como leyes físicas aún no comprendidas en su totalidad. En casos especiales puede aceptarse que la película contradiga, como máximo, una ley de la naturaleza. Si hay discrepancias con más de un principio de la física, el filme se clasifica como fantasía y no como ciencia ficción.

En Interestelar hay un viaje al pasado que contradice la ley física de la causalidad, que afirma que primero está la causa y luego el efecto. Los viajes al futuro no contradicen las leyes de la física. De acuerdo con los cánones, en Interestelar solo hay una “especulación” que no se ajusta a las leyes conocidas de la naturaleza, por lo cual es ciencia ficción y no fantasía.

El Premio Nobel de Física de 2017 lo comparte K. Thorne con R. Weiss y B. Barish por el diseño del detector de ondas gravitacionales. Este fenómeno fue postulado por Einstein; el montaje de los detectores requirió un monumental despliegue conceptual y tecnológico, que permitió construir los dos detectores, uno en el estado de Washington y otro en Luisiana. El 11 de febrero del 2016 se detectan por primera vez las ondas gravitacionales por la fusión de dos agujeros negros de más de 30 veces la masa del Sol, situados a 1.300 millones de años luz. La energía de esta catástrofe cósmica modificó la longitud del espacio; en la Tierra el cambio no fue mayor que una milésima del radio del núcleo de un átomo. Recientemente se han detectado nuevas ondas gravitacionales creadas por catástrofes galácticas.

De acuerdo con los críticos, la mejor película de ciencia ficción es 2001: Odisea del Espacio (1968), dirigida por Stanley Kubrick; el asesor científico fue Arthur Clarke, quien en los créditos figura no sólo como consultor científico, sino también como guionista. Los desarrollos de la inteligencia artificial están presentes en el filme: el computador HAL no sólo calcula trayectorias, también es capaz de aprender y de experimentar sentimientos como el temor a la desconexión, la muerte.

El viaje de la nave a otra galaxia se realiza a través de un “agujero de gusano” teóricamente estudiado por Thorne; se representa como un viaje psicodélico, similar a la alteración mental producida por la droga de moda de ese entonces, el LSD.

Clarke concibe el satélite geoestacionario, y su puesta en operación ha permitido una sensible reducción en los costos de las comunicaciones. Clark recibe el Óscar, pero no el Nobel.

 

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