Motivación

Hernán Peláez Restrepo
10 de marzo de 2019 - 03:00 a. m.

La motivación es una de las prácticas más eficientes en el panorama social y laboral. Un jefe genuino siempre debe estar averiguando cómo sacar el mayor provecho de su subalterno. Y es evidente que el jefe, con conocimiento, estimulará invocando argucias, verdades o exageraciones.

Lo anterior es para hacer referencia a Jorge Luis Pinto, técnico que logró devolver la esperanza al plantel azul y regocijo para sus seguidores. Los buenos resultados siempre servirán de escudo para sostener a una persona cuya estabilidad depende de los resultados. Por eso es justo decir que a los técnicos los contratan por buenos y los sacan por malos resultados.

No es Pinto el primero en apelar a la motivación. Hace poco estableció una comparación de su jugador Roberto Ovelar con Juan Gilberto Funes y Olivier Giroud. Allí quiso, y espero lo haya logrado, demostrarle al mismo Ovelar que tiene condiciones y movimientos en el campo compartidos con los citados.

Mucho antes, Helenio Herrera, un discutido técnico ganador, con Internazionale de Milán y Barcelona, consiguió alborotar el ambiente cuando, arribando a Sevilla para un partido, dijo: “Sin bajarnos del bus, ganamos”. Juan Carlos Lorenzo, quien pasó por Santa Fe, era de esa misma escuela. Renato Cesarini tuvo en Pumas de México a un delantero brasileño, Carlitos Peter, y un día le advirtió: “Usted será el mejor defensa central de este país”. Como quien diría, no lo veo delantero con gol, sino zaguero capaz de evitar gol.

Por eso a Pinto lo entiendo. Funes anotó 69 goles en 170 partidos, de los cuales con Millos marcó 44 en 88 juegos. Realmente es una cifra apenas. A Funes la muerte lo sorprendió con 28 años. Olivier Giroud ha jugado mucho más, supera los 518 partidos y acusa 210 goles. Roberto Ovelar, que recorrió Perú, Chile, México y sus primeros días en Cerro Porteño, pasó los 400 partidos y tiene más de 133 goles. En ese sentido, Pinto no parece tener que recurrir a las comparaciones; los tres son y fueron goleadores.

Pero Pinto quiere que Ovelar se convenza de su talento para hacer goles y moverse, casi siempre en solitario o con un acompañante, como pasa con Pérez-Ovelar. Comprende que un goleador también debe saber el oficio del pasador y en eso es donde el técnico lo alerta. Los aplausos a veces obnubilan a los anotadores. Es obligación del técnico —y en eso Pinto acierta— advertir de las capacidades y desplazamientos dentro del área menor a Ovelar, que es buen cabeceador y, de paso, por lo visto, buen socio para quienes intentan buscarlo.

Motivar y lograr que un jugador alcance estatura espiritual y ganas de responder es una práctica para aplaudir. Que el jugador entienda esas comparaciones para llegar a la cima de su rendimiento. Modo Pinto, es la manera adecuada de recibir beneficio, con la sola motivación.

 

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