¿Mucho tilín tilín?

Humberto de la Calle
09 de septiembre de 2018 - 05:00 a. m.

El canciller ha anunciado las líneas generales de los cuatro cambios al Acuerdo del Colón. La primera reacción es de alivio. El propósito es moderado y, en varios casos, sólo se ha previsto para el futuro.

Quedan, eso sí, unas gotas amargas. Muchos de los problemas son ficticios.

Primero, no conexidad entre narcotráfico y delito político. El punto de partida es descrito de manera que induce a error. Señala que el narcotráfico no puede ser amnistiable, como si esa fuera la innovación. Perdón, Carlos. Nunca lo fue. Nunca dijimos que el narcotráfico podría ser amnistiado. Basta leer. El Gobierno ha dicho que esto rige solo para el futuro. El problema es con el Eln, no con el Colón.

Que los bienes no reportados y los delitos continuados vayan a la justicia ordinaria. Perfecto. Así está en el Acto Legislativo en relación con actos de carácter económico como lo pidió el fiscal. Los actos de ejecución posterior, por ejemplo en el lavado de activos, van a la justicia ordinaria. Ya está decidido así.

Acudir a la erradicación forzada de cultivos ilícitos, pero respetando los acuerdos existentes. En el fondo es solo un juego de palabras. En el Colón dijimos: ofrecer erradicación voluntaria y pasar a la forzada si la comunidad se niega o se hace imposible extirpar los cultivos. El ministro dice: erradicación forzada salvo que haya pactos de sustitución. Pero, estimado Carlos, queda un vacío: ¿aun frente a comunidades interesadas en la sustitución, el nuevo Gobierno prefiere incentivar la guerra de la coca acudiendo de entrada a la fumigación?

Participación política: que los condenados por delitos de lesa humanidad y crímenes graves estando en el Congreso salgan de él y sean reemplazados por otros, pero escogidos por el propio partido de la FARC. Bien. Pero es lo que siempre dijimos: el condenado a desminar en El Orejón no puede estar a la vez en el Congreso. Aquí incluso hay una concesión a FARC: que ellos escojan los reemplazos.

Santo y bueno. Suena un poco a mucho tilín tilín y poco de paletas. Pero no cometamos el error de atacar al Gobierno cuando se mueve en el camino correcto. Como María Isabel Rueda que combatió a Santos por lo de Palestina, aun reconociendo que la decisión era correcta.

Este anuncio y la reciente decisión de la Corte Constitucional les permiten al país y al Gobierno concentrarse en una agenda de futuro, una de cuyas piezas es la implementación. Allí surge el problema de la desaparición de líderes de las Farc. Condenable. No pueden hacer mutis por el foro. Pero también miremos la viga en el ojo propio. Reiterados mensajes de cambios sustanciales y la tesis de que la implementación se hace solo con la base guerrillera pueden producir una desbandada.

Buen gesto llevar a Timochenko a Palacio.

Es momento de doblar la página. Hacer acuerdos sobre la mejor implementación.

Dice el canciller que estas ideas se han gestado en el marco de un acuerdo de unidad. Bienvenida esa actitud.

Apéndice. Presidente. La guerra contra la dosis mínima ya la perdimos Gaviria y yo en el 94. Te habla la experiencia. Y, en todo caso, eso de que los padres certifiquen la adicción suena a chiste.

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