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Naturaleza y crianza

Mauricio Rubio
16 de octubre de 2013 - 11:00 p. m.

Delia y Begoña, hermanas gemelas de las Islas Canarias, fueron separadas accidentalmente al nacer en 1973.

Beatriz, otra niña nacida días antes en el mismo hospital, acabó reemplazando a Delia para ser criada como melliza con Begoña. La otra gemela creció en una familia con la que no tenía ningún vínculo biológico.  La confusión duró hasta el 2001 cuando una amiga de Delia conoció por casualidad a Begoña y promovió el encuentro de esas dos “gotas de agua”. Ahí se dieron cuenta de todas sus similitudes. En la familia de Delia finalmente entendieron por qué ella era tan rara. 

Los gemelos criados en familias diferentes son un buen experimento natural para calibrar la influencia de lo heredado y lo aprendido en la personalidad y el comportamiento. Los falsos mellizos son el reverso de la medalla: comparten el entorno que los cree hermanos pero no la genética. 

La investigación con este tipo tan inusual de personas ha contribuído a destacar la importancia de los factores genéticos y a matizar el papel exclusivo del entorno y  la educación.  La similutud es casi total en los rasgos físicos y en algunos gestos. Beatriz quedó impresionada con el color que usaba Delia para pintarse los labios y la manera de hacerlo, como su madre y Begoña. Los gemelos separados también se asemejan en inteligencia, personalidad, actitudes sociales y preferencias laborales. Al reencontrarse sienten gran cercanía y afinidad. “Delia y yo compartimos la misma opinión en muchos temas. Cuando le hablo sé lo que me va a responder” cuenta Begoña, que frenó la relación con su gemela básicamente para no herir a Beatriz. 

No siempre la simpatía es total. Así lo muestra el caso de Jack Yufe y Oskar Stohr, gemelos nacidos en Trinidad  en 1933 y separados desde los seis meses tras el divorcio de sus padres. Jack se quedó en su país y fue criado como judío. Oskar viajó a Alemania con su madre para ser educado como católico y nazi. Ambos sabían que tenían un hermano gemelo y se comunicaban por carta con mucho afecto. Cuando se reencontraron en 1954 ninguno pudo soportar las ideas políticas del otro. La incompatibilidad fue tal que rompieron relaciones hasta 1980 cuando Jack supo de un estudio de la Universidad de Minnesota sobre gemelos separados e invitó a Oskar a participar. Empezaron  entonces una relación de amor y odio. Lo que más los atormentaba era saber que, de haber sido criados en el lugar del otro, habrían abrazado la ideología que tanto detestaban. 

Referencias

Errata: la pena máxima prevista para el aborto sin consentimiento es de quince años y no de cinco como escribí en la columna anterior. Cinco es la pena mínima, similar a la máxima para la mujer que aborta. Lamento el error. 

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