Negocio en crisis

Iván Mejía Álvarez
18 de noviembre de 2018 - 03:00 a. m.

Unos granitos rojos en la piel indican la llegada de una viruela o una varicela, una carraspera puede ser el anticipo de una fuerte influenza, un dolor agudo en el estómago puede terminar en algo muy grave. Los especialistas saben bien que las enfermedades y las crisis están antecedidas por unos síntomas a los que hay que vigilar atentamente para saber cómo actuar cuando se presenten definitivamente las dolencias.

Las asistencias en el segundo semestre han sido muy malas. Tal vez el peor promedio de los últimos diez años. Y para rematar, la primera jornada de las finales lo corroboró totalmente: el fútbol está en una crisis grande y el divorcio entre los aficionados y la dirigencia está llegando a puntos de no retorno. Quince mil en Bogotá para ver a Santa Fe contra el campeón, otros quince mil en Medellín para ver al poderoso frente a Bucaramanga, los mil de siempre en Rionegro y apenas 8 mil pagando para ver a Júnior en el Metropolitano. Entre todos no llegaron a los 40 mil aficionados que metió el Cúcuta en su reingreso a la primera división.

Pero la dirigencia del fútbol, de los equipos, sigue siendo sorda, ciega, muda y testaruda, y no quiere ver, no quiere entender el gravísimo momento histórico del fútbol profesional. La disculpa es que los equipos que mueven el torniquete: Millonarios, Nacional, América y Cali, están por fuera y entonces no hay el caudal de hinchas que era de esperar. Pero, ¿han mirado los promedios de esos equipos durante el semestre? Malos, malísimos, sus pésimas campañas han alejado a la gente de las tribunas. El Nacional de Rueda y Osorio metía 30 mil por partido y ahora a duras penas llega en algunos partidos a 20 mil. Millonarios, de verso en verso, de promesa en promesa, de mentira en mentira, ha desinflado a la hinchada y hoy es un equipo de 12 mil y 13 mil por juego.

Las finales no conmueven, no llenan, así como nunca la gente se pudo meter en el segundo torneo. Los ratings de sintonía de RCN y WIN son muy pobres este año con relación a torneos anteriores. Unas finales desangeladas, pálidas, grises.

La dirigencia actual es la más pobre que recuerde. Cero talento, cero capacidad innovadora, cero creatividad. Tipos como Mejía, Camacho, Serpa o Tulio, el joven presidente del Nacional, un hincha sin visión global del asunto, se quedaron comparándose con Inglaterra y pidiéndole a la televisión millones de dólares por un espectáculo que es pobre y mal presentado.

Señores, despierten, no se sigan comportando como autistas, entiendan que el negocio está en crisis y los síntomas son evidentes.

 

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