Ni Cardona ni Teo deberían estar en la selección

Guillermo Zuluaga
13 de febrero de 2018 - 02:00 a. m.

No son amables los aires que circundan a la selección de Colombia durante los últimos meses. Además de algunos jugadores lesionados y otros que no son titulares en sus equipos, por lo que no llegarán con ritmo al Mundial, se suman ahora las noticias sobre el comportamiento personal de los jugadores de nuestro combinado. Edwin Cardona —eximio repartidor de balones en el medio—, en compañía de Fabra y de Barrios, intentó repartir algo más que juego en una noche de copas, una noche loca en Buenos Aires.

Las noticias venidas desde el sur del continente, donde la prensa no pierde oportunidad de hablar, indagar y cuestionar sobre sus ídolos —al fin y al cabo hay que vender tabloides y cuñas en los telenoticieros—, dicen que el comportamiento de los colombianos podría alejarlos de Boca Juniors y de la selección de Colombia.

La historia de Edwin y compañía no es la única. Teo Gutiérrez, cazador de área de su equipo y de la selección de Colombia, se dedicó a cacerías femeninas en patios ajenos y puso en riesgo la estabilidad en su Júnior, y, vaya si no, ese hecho pudo disminuir el desempeño de un equipo que a todas luces se veía como el muy seguro ganador del segundo torneo local en 2017.

Lo cierto del caso es que ninguno de los jugadores involucrados en escándalos debería ser convocado por Pékerman. Habrá quienes digan que los comportamientos de los jugadores afuera de la línea de juego no son óbice para su rendimiento deportivo y que, en tanto personas, tienen derecho a hacer lo que les plazca en sus tiempos libres. A lo mejor traerán a colación a eximios jugadores, genios con la pelota y también amos y reyes de las fiestas y los excesos, como Maradona, o Romario, o Ronaldinho; o en el terreno local se recordarán las genialidades de Corbatta, de Garrincha, del Charro Moreno, a quien, dicen, iban a buscar a las cantinas de Guayaquil, un par de horas antes de enfundarse la camiseta del Independiente Medellín.

Pero, en estos tiempos, esos excesos no se pueden permitir, y menos en jugadores de la selección. Quizá cuando los jugadores de fútbol en sus equipos “se desmandan un poco” pueda pasarse por alto; pero no al enfundarse la camiseta representativa de su país. A diferencia de lo dicho por Maradona, “la pelota sí se mancha”; la camiseta de una selección de fútbol está revestida de una simbología que quien la porte deba entenderlo: la selección de fútbol en estos tiempos de globalización económica y cultural es factor de identidad y fomenta el sentido de pertenencia a una nación, a un pueblo. “Mi patria son los recuerdos de la niñez y la selección de fútbol”, han dicho tantos y de tantos maneras. Y si eso es cierto, la forma como se lleve tiene que importar.

Pero, además de la carga simbólica que transmite una camiseta de la selección de fútbol, también está en juego la calidad de los personajes que la visten. Al lado de estrellas de la música, el cine y la televisión, los jugadores de fútbol son los nuevos gladiadores del circo. Las miradas de cientos de millones de personas alrededor del mundo están fijas en ellos. Eso lo han entendido a la perfección las multinacionales que los tienen como imagen de productos que van desde el cuidado para el cabello hasta la promoción del auto de moda, a tal punto que muchos futbolistas ganan más por contratos de publicidad que por sus sueldos en los equipos. Y eso deberían entenderlo también —algunos lo entienden— los directivos y seleccionadores nacionales. Los jugadores son espejos en los que se miran especialmente chicos y jóvenes, por lo que aquello que transmiten en el campo de juego y afuera de los gramados seguramente sea su ejemplo a seguir.

Para el caso colombiano, sí que el comportamiento de nuestros jugadores debería ser determinante: en nuestra vida nacional requerimos mojones simbólicos como los falcaos, los davidgonzález, los ospinas, los cuadrados… Jugadores que adentro de la cancha se portan como caballeros y afuera de los gramados nunca o casi nunca son comidilla de esas cámaras de televisión siempre ávidas de los ídolos. Nuestros seleccionados pueden aportar para que otros referentes como los popeyes, pablosescobares, bernas, entre otros, pasen a un segundo plano u ojalá queden en el ostracismo. Ojalá.

Podría decirse que hay que darles una oportunidad —somos tan Cristianos—, pero es que su comportamiento es reiterativo: hace tan poco Cardona (el que también se excede tantico con las comidas) fue noticia por sus gestos racistas, por lo que está sancionado por la FIFA; hacía tan poco a Teo lo habían sacado de un equipo por indisciplina. Así que José Pékerman, que se ha distinguido por seleccionar bien desde el punto de vista deportivo, ahora también deberá escoger a los mejores, los que sean ejemplo para un pueblo, para que en el Mundial de Rusia “hablen” bien de esta Colombia, urgida de mejorar su imagen en escenarios internacionales.

Creo que Teo y Cardona aportan tan poco a esta causa. La vida los está cogiendo en fuera de lugar.

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