Ni siquiera a los trabajadores

Mauricio Botero Caicedo
08 de diciembre de 2019 - 05:00 a. m.

Indistintamente de que los sindicalistas del Comité Nacional del Paro ni me representan, ni representan a la abrumadora mayoría de los colombianos, todo indica que ni siquiera representan a los trabajadores. Según reciente informe de la revista Dinero, “las cifras del Observatorio Laboral del Rosario y de la Escuela Sindical muestran que el país pasó de 5.449 sindicatos en 2016 a 5.523 en 2018, pero el porcentaje de trabajadores afiliados se mantuvo en 4,6 %. (En 1965 eran el 13,4 %). Eso equivale a cerca de un millón de personas, muy poco, si se tiene en cuenta que hay 22 millones de trabajadores”. En países como los escandinavos, las tasas de sindicalización superan el 65 % de los trabajadores; en Brasil y Argentina pueden llegar al 30 %, y el promedio de densidad sindical en la OCDE es del 17 %. Las razones del declive de la densidad sindical en Colombia son varias, entre ellas el que la mayoría de sus afiliados pertenecen a sectores que presentaron caídas en la participación del empleo urbano y que muchos miembros de la cúspide sindical se han dedicado es a recibir mermelada y apoyar otras causas sociales y políticas, en vez de velar por la estabilidad laboral y por los derechos de todos los trabajadores. Adicionalmente, el abuso de los permisos sindicales es una parte de los casos inaceptables, incluso vergonzosos, como el del Inpec, en donde los días de permiso que recibieron los 854 funcionarios de 82 sindicatos con fuero sindical sumaron el año pasado 39.293 días; es decir, 110 años. Hay trabajadores carcelarios que se ausentan de su trabajo hasta 150 días, con permiso, en un solo año.

El constitucionalista Rafael Nieto analiza los paros: “(Los firmantes) pretenden que el diálogo verse no sobre las propuestas del Gobierno, sino sobre las que llaman de la ‘sociedad civil’: implementación del Acuerdo con las Farc y retomar las negociaciones con el Eln, reforma política y electoral, política de seguridad y los derechos humanos, medidas anticorrupción y medio ambiente. Es decir, salvo la política internacional, todo. Pues bien, ocurre que esa pretensión es ciertamente antidemocrática. Ni los 250.000 marchantes ni el Comité del Paro son ‘el país’, ni los firmantes representan a ‘la ciudadanía’, como dicen en su carta. Como mucho, se representan a sí mismos y a sus organizaciones. Pero no al resto de colombianos, ni a los 48,5 millones que no marcharon, ni a los 19,6 millones que votaron en las elecciones del 2018. Los marchantes son apenas el 1,27 % de los votantes, el 0,51 % de los colombianos”.

Rechazo de manera frontal el que una minoría como el cartel de los 18 pretenda cogobernar y marcar la “hoja de ruta” de las mayorías y, con ello, la de todos los ciudadanos. Se tiene que gobernar con respeto a las minorías, pero sin que todos tengamos que someternos a sus chantajes. Tocqueville advertía que no existe nada más peligroso que la tiranía de las minorías.

Apostilla I. La casi nula cobertura en torno a la muerte del joven antioqueño al haberle estallado las papas bomba que pensaba utilizar con fines violentos deja entrever que ni a los medios ni al Comité del Paro les interesa nada que no desprestigie al Esmad y al Gobierno.

Apostilla II. Los vándalos que destruyen sus escuelas y el transporte le recuerdan a uno al imbécil que al haber sido informado de que la ventilación era saludable, procedió a romper todos los vidrios de la casa.

 

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