Sirirí

No atizar el fuego

Mario Fernando Prado
27 de julio de 2018 - 03:00 a. m.

Ante el terremoto político sin antecedentes que se ha presentado y cuyo desenlace es impredecible, se está aumentando la polarización que nos está llevando a extremos que recuerdan la violencia que padeció nuestro país entre liberales y conservadores hace ya tres cuartos de siglo.

Los “bandos” uribistas y antiuribistas están en un acuartelamiento de primer grado, listos a dar una batalla que de verbal pasará a los hechos si no guardamos la prudencia y la sindéresis que evite llegar a tales extremos y a que el país prácticamente se “patasarribe” en un río revuelto en el que bien sabemos quiénes serán los pescadores.

Por ello, eso de improvisar marchas de apoyo —sin saber aún cuál es el panorama real— resulta presuroso y en nada va a contribuir al clima de mesura, prudencia y respeto que exigen estos momentos de efervescencia y calor.

Y es que contra tales marchas van a surgir las contramarchas, abrebocas de una revuelta social de una especie de buenos contra buenos en las que se infiltrarán los agitadores de siempre, quienes, en últimas, resultarán siendo los ganadores.

Las redes sociales, entonces, juegan aquí un papel definitivo por su extraordinaria penetración y su indiscutible capacidad de convocatoria, que puede movilizar grandes masas sin que nada ni nadie se los impida. De ahí, entonces, el papel que deben jugar los medios tradicionales de comunicación con sus informes y sus opinadores llamando a la calma y no atizando el fuego como lo están haciendo algunos escribanos, instando a la guerra porque sí o porque no.

Debemos tener en cuenta que en caso de llegarse a tales extremos todos saldremos perdiendo pero, sobre todo, la institucionalidad y más aún Colombia entera, que bien magulladita que está para golpearla más, más y más...

 

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