No, comandante no

Oscar Guardiola-Rivera
27 de junio de 2018 - 02:00 a. m.

La situación emergente tras los hechos de la semana pasada en Colombia y el mundo puede ser caracterizada como “neofascista”. Ello quiere decir que, como dicen sus seguidores, “Duque no es Uribe”. En efecto, si Uribe representa la culminación de una tradición de ultraderechas que ejemplificarían entre nosotros Laureano Gómez y los Leopardos, Ordóñez, Turbay Ayala o Fernando Londoño (“hacer trizas el acuerdo”), Duque en cambio se ha presentado en su triunfal llamado a la unidad nacional de dos maneras: como “corrección” y como “comandante en jefe” de todos los colombianos.

Ello para contrastar con quienes, siguiendo el modelo de la vieja ultraderecha, suponen que se trataría de castigar, hacer trizas o simplemente retornar a la violencia de la era Uribe.

No, Duque no es Uribe, de la misma manera que la derecha “alt” no es la vieja ultraderecha: en vez de “hacer trizas” se trataría de “hacer correcciones”, y en vez de los falsos positivos de la “seguridad democrática” se trataría de llamar a la unidad nacional para asegurar la “paz” bajo la autoridad del Ejecutivo como “comandante en jefe” de los colombianos. En forma similar, Trump no estaría rompiendo con el liberalismo demócrata sino introduciendo correcciones a la política antiinmigratoria de los demócratas, a quienes culpa de la crisis en la frontera, y afirmando la legalidad de manera incondicional. Así también, Brexit consistiría en afirmar la “voluntad popular” expresada con finalidad en el referendo, la misma que encarnaría Erdogan.

Si ello es “neo” o “alt”, ¿qué queda de lo fascista? Precisamente la afirmación incondicional (de la legalidad existente, la familia, la propiedad, la nación o la voz popular manifiesta) en contra de la toma de posición y la negociación, a la que se descalifica como ideológica o corrupta.

Ante semejante afirmación sólo cabe decir no, comandante no. Usted será el comandante de las FF. AA., pero los ciudadanos no tienen relación de obediencia debida con el Ejecutivo. Y no, ni usted ni nadie pueden garantizar que las “correcciones” a los acuerdos, manifestadas además de manera unilateral, conseguirán la finalidad deseada. Entonces, ¿qué ocurrirá cuando la realidad traicione el fin garantizado de antemano? Mi apuesta es que en ese momento la máscara “neo” será retirada. Si ello es así, quienes eligieron a la derecha alternativa tendrán que asumir su responsabilidad por lo que ocurra. Los que no, tomamos posición aquí y ahora: no, comandante no. Usted no es nuestro comandante en jefe. Lejos de obedecer sin condiciones nos declaramos en desobediencia civil, y en vez de no mostrar la cara, como usted ya ha probado hacerlo, estaremos prestos al debate. Así se nos diga que con ello polarizamos, ideologizamos y somos violentos. Lo contrario sería aceptar las reglas que usted impone de antemano como apoteosis y teodicea, y ello sería perder de antemano. No, comandante no.

 

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