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No haga olas, alcaldesa López

Felipe Zuleta Lleras
19 de julio de 2020 - 05:00 a. m.

Empecemos por contar que en Chile, país de mis afectos, utilizan la palabra mierda en dos sentidos: como acepción de la palabra carajo y como lo que realmente es. Dicen, por ejemplo: “Viva Chile, mierda”. En este caso es como decir: “Viva Colombia, carajo”. Y también la usan en el contexto de situaciones difíciles (como nosotros) expresando, por ejemplo: “Estamos con la mierda al cuello”.

Precisamente frente a esa acepción y cuando están en la situación descrita suelen decir: “No hagan olas, carajo”. Vean ustedes la diferencia del uso de las palabras dependiendo del país y las culturas.

Toda esta escatológica explicación es para pedirle respetuosa y encarecidamente a la alcaldesa de Bogotá que, por favor, frente a esta pandemia que nos azota, no haga más olas. Todos estamos con la mierda al cuello. El COVID-19 nos ha traído desolación, desempleo, angustia, miedo y mucha incertidumbre, por solo mencionar unas pocas cosas.

Si a todo esto le sumamos los diarios bandazos político-emocionales de la alcaldesa, pues entramos en más pánico del que ya tenemos. Entiendo que la alcaldesa no estaba preparada para enfrentar una pandemia, como nadie lo estaba en el mundo. Ella misma lo ha dicho. No solo la compadezco, sino que le agradezco por todo lo que hace y ha venido haciendo.

Sin embargo, su actitud frente al problema no es la mejor de todas. Entiendo que ella es así, pero debe pensar que los ciudadanos ya estamos suficientemente asustados para que nos manden mensajes equívocos. Un día todo va mejor (que no bien) y al otro nos vamos a morir todos.

La única manera de salir adelante es estando todos unidos. De la actitud del “sálvese quien pueda” no va a quedar absolutamente nada. Solo muerte, miseria, inseguridad y mucha desolación. No todo se trata solamente de ventiladores y UCI. De por medio está también nuestra salud mental. Con esa cantidad de olas que genera la alcaldesa, si salimos vivos de esta, lo haremos más desquiciados que Gustavo Petro. ¡Y eso ya es para manicomio!

La palabra clave, querida alcaldesa, es cordura que, según la RAE, es la “capacidad de pensar y obrar con buen juicio, prudencia, reflexión, sensatez y responsabilidad”. No creo que sea mucho pedir. Entre otras cosas, porque si seguimos con esas olas cotidianas, me perdonarán, ya la mierda no estará en el cuello, sino que nos va a ahogar a todos.

Entiendo que toda esta situación es absolutamente dramática y no es culpa de nuestros gobernantes. Pero es precisamente el momento de crecerse frente a la adversidad. Recordemos a Nelson Mandela cuando dijo: “Un verdadero líder usa cualquier problema, no importa qué tan serio o sensible sea, para asegurar que al final emerjamos más fuertes y más unidos que antes”.

Por último, alcaldesa, y lo digo de todo corazón: pídale a Dios que la ilumine y la llene de sapiencia, pues eso es lo que necesitamos. De lo contrario todo esto va a salir mal. Y esa es una licencia que no nos podemos dar.

 

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