No le regale su voto…

Mauricio Botero Caicedo
11 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.

En estas últimas semanas han estado circulando por las redes dos decálogos: uno atribuido a Abraham Lincoln, cuando el verdadero autor es el reverendo William J. H. Boetcker. El otro, elaborado por tres compatriotas con preguntas que se les deben hacer a los candidatos. Respetuosamente plagiando algo del uno y del otro, pero en esencia de la cosecha de este columnista, las siguientes serían unas recomendaciones al ciudadano para que no regale su voto:

—No les regale su voto a los “chamanes” de la política, aquellos charlatanes mesiánicos que ofrecen “diversas teorías sobre la raíz de los problemas colectivos y que aseguran tener las fórmulas para resolverlos, y que prometen una política ambiciosa, activa, trasformadora y redistributiva”. El populismo, como lo señala Iván Duque, es “pan para hoy y hambre para mañana”.

—No les regale su voto a los “trampolinistas”, a aquellos que utilizan los cargos para los que fueron elegidos no para cumplir la labor que les corresponde ética y legalmente, sino para adelantar su propia agenda política o personal persiguiendo, por cuenta del contribuyente, a quienes ven como sus rivales o enemigos políticos.

—No les regale su voto a los “traidores de profesión”, y cóbreles a los políticos fariseos que en su día alababan a Uribe y que a partir de 2010 —con igual vileza y abyección— adulaban a Santos. A finales de este año, con certeza, alabarán con bajeza al nuevo mandatario.

—No les regale su voto a aquellos que buscan ampliar la esfera del Estado interfiriendo en la economía: lo que en realidad buscan es quitarles a los ciudadanos su independencia, su libertad y su autonomía. No les crea a los que proponen aumentar el empleo, no por medio de actividades productivas, sino a través de ampliar la burocracia. Nunca olvide que todo lo que gasta el Estado y toda la burocracia que imponga tiene una sola fuente de financiamiento: los contribuyentes.

—No les regale su voto a los “repartidores” de riqueza. Es decir, a aquellos cuya única plataforma es repartir lo que no les pertenece. Estos “encantadores de serpientes” lo que en el fondo buscan es quedarse con una tajada de lo que eventualmente lleguen a repartir. Tampoco les regale su voto a quienes prometen imponer y mantener subsidios. El asistencialismo estimula la improductividad e invita a no participar en los procesos productivos e innovadores.

—No les regale su voto a Petro y su gente que, para favorecer al pobre, proponen acabar con el rico; y para empoderar al débil, destruir al fuerte. Nunca olvide que, en toda sociedad donde no hay ricos, por definición sólo hay pobres. Y donde se destruye al fuerte, sólo queda el débil.

—No les regale su voto a los integrantes del “Cartel de la Paloma”, ni a quienes argumentan que es legítimo asesinar y secuestrar en nombre de Marx (no sobra recordarles que no hay exasesinos, porque no hay exvíctimas); ni a aquellos que, bajo la premisa de que la paz no tiene precio, arrasan con el presupuesto y las leyes. Como bien decía Miguel Gómez Martínez, puede que la paz no tenga precio, pero ciertamente tiene un costo.

Finalmente, apreciado votante, ojalá que en las elecciones presidenciales sí se pueda votar “contra la corrupción”. Durante décadas la clase política ha estado construyendo no el “Estado de bienestar”, sino el “Bienestar del Estado”. La prueba más fehaciente de esta vagabundería es que en 1991 el salario y las prestaciones de un congresista eran 14 veces el salario mínimo. Hoy son 40,5 veces. No olvide que su voto puede dar inicio al desmantelamiento del “Bienestar del Estado”.

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