No más simplezas

Julio Carrizosa Umaña
15 de enero de 2020 - 02:00 a. m.

Volver al glifosato es otra simpleza. Una muy peligrosa no solo para los campesinos y las aguas, la flora y la fauna, sino también para el Gobierno que con esta decisión debilita otras soluciones que ya estaban llegando a tener la complejidad necesaria para enfrentarse al narcotráfico. En 2020 cumplimos 40 años de ensayar simplezas, como la fumigación aérea, para enfrentar nuestro problema principal y desde el ambientalismo complejo tenemos la obligación de invitar al país a ensayar una solución de suficiente complejidad: la de unirnos para mejorar rápida y radicalmente, y a largo plazo, las condiciones de vida de los municipios en donde las características de los ecosistemas y su posición geográfica facilitan el cultivo de la coca.

Algunas de las soluciones ensayadas desde 1979 han ido en esa dirección, pero, como los viejos podemos atestiguar, nunca han durado lo suficiente, ni han tenido la magnitud necesaria, ni han sido realmente integrales, ni han tenido en cuenta la complejidad de las mentes de todas las personas que intervienen en el narcotráfico, desde los campesinos hasta los adictos. Por eso no han funcionado; siempre la complejidad del problema se ha reído de la simplicidad de las soluciones y seguimos siendo el mayor productor de cocaína del planeta con todas las consecuencias que amenazan a destruir la nación colombiana.

¿Será que es imposible convertir esos municipios en sitios en donde la gente no se vea obligada a convertirse en criminales para lograr lo que ellos entienden como la felicidad? El tema es lo suficientemente grave para que todos nos unamos y encontremos qué se puede hacer para que esas decenas de miles de familias sometidas a la tentación del crimen se convenzan de que hay otros caminos para vivir bien. Tendríamos, sí, que abandonar muchos de los dogmas ideológicos que han guiado nuestras políticas y diseñar, entre todos, un gran proyecto nacional que no encuentre las objeciones que siempre impiden inundar de buen vivir, no de veneno, las vidas de nuestros compatriotas. Son esas objeciones aparentemente técnicas, pero dirigidas ideológicamente, las que han impedido la modificación radical de la vida en los municipios que producen coca, son esos obstáculos los que no han permitido que las soluciones duren más de tres o cuatro años, los que han limitado fiscalmente los recursos monetarios, los que han dividido en sectores la integralidad y los que han ignorado el enorme poder del dinero sobre las mentes de todos los que intervienen.

* Miembro de Paz Querida y de Futurible.

 

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