No pienso

Aura Lucía Mera
20 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.

No pienso. Me aburrí de seguir pensando. De mantener el alma en vilo y angustiarme cada vez que leo los titulares políticos de la prensa. No pienso seguir esta absurda campaña presidencial, donde los egos pueden más que las ideas; donde ningún candidato de ninguna corriente, porque ya no se puede hablar de ideologías, ha presentado un programa de gobierno coherente y concreto. No sabemos nada de nada. Esta contienda es de egos, revanchismos y propuestas etéreas y difusas.

No concibo que a estas alturas ningún candidato esté pensando en Colombia, sino en cómo “triunfa” a cualquier precio. Pareciera que los partidos Conservador y de la U estuvieran en venta, al mejor postor, al que más cuotas de poder les ofrezcan. Y De la Calle y Fajardo, cada uno como rueda loca, arrodillándose y pidiéndoles el favor del apoyo, en vez de reunirse cara a cara para hacer una alianza racional, sólida, basada en principios, y ofrecer un programa, unidos, que salve al país de esta trágica disyuntiva de la ultraderecha o el populismo barato y peligroso de Petro y su combo.

La desorientación en la brújula. La compra y venta de favores y prebendas reina en cada pueblo, vereda, capital y ciudad. Cada político busca cómo meterse a como dé lugar en la repartición de la torta. Así la torta esté podrida y rancia.

Me reconcilia un poco que el Valle del Cauca estará representado en la Cámara por tres caras jóvenes, honestas y comprometidas con su departamento. Christian Garcés, Juan Fernando Reyes Kuri y Catalina Ortiz. Y en el Senado, Gabriel Velasco. Así sean de diferentes corrientes ideológicas, los une su amor por la región, su capacidad de trabajo y sus ideas todavía no contaminadas de mañas politiqueras. Sus hojas de vida son limpias y confiables. Me reconcilia ver que nuevas generaciones aparecen y lo hacen con deseos de hacer las cosas bien.

Antanas Mockus tiene que hacer que el matemático Fajardo y el estadista De la Calle se unan para regalarle a Colombia esa oportunidad de una esperanza nueva, de abrir horizontes claros, de cultivar la semilla de la paz, tan ansiada y ya sembrada. Dos personas que se complementan y están unidas por alcanzar la misma meta, pero que no llegarán si no se toman de la mano y juntos trazan esta nueva ruta que el país necesita para respirar un nuevo aire.

Colombia los necesita, pero unidos. Lo contrario sería volver hacia atrás, archivar los sueños, enterrar la ilusión.

Sergio Fajardo y Humberto de la Calle: ustedes dos tienen una responsabilidad con Colombia. En sus manos nos jugamos el futuro de una patria diferente, más justa, equitativa y pacífica. Si no se unen, esa misma patria algún día se los cobrará. Así de simple. Así de complejo. Así de trascendental.

Mientras tanto, no pienso. No quiero pensar. Me refugio en los libros, la naturaleza y esa terapia maravillosa llamada bridge que requiere toda mi escasa capacidad de concentración y me aleja de un ataque de nervios por pensar que esta tierra que amo puede precipitarse de nuevo hacia el abismo del caos.

Posdata: la lógica matemática y el pensamiento del estadista, con la asesoría del profesor, es lo que Colombja necesita en esta etapa decisiva de transición. No más politiquerías fundamentalistas, ni seudocristianas, ni revanchistas. Nos merecemos un poco de cordura... por lo menos para los próximos cuatro años. Creo que no es mucho pedir.

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