Sirirí

No se pudo

Mario Fernando Prado
16 de marzo de 2018 - 06:50 a. m.

“Una vez colorado y no cien descolorido”, reza el refrán popular que bien puede aplicarse a lo dicho por el ministro de Transporte, Germán Cardona Gutiérrez, y el director de la ANI, Dimitri Zaninovich, en torno a las obras pendientes que tienen que ver con Buenaventura.

La terminación de la doble calzada quedó en veremos porque los Solarte andan envainados y entiendo que habría que hacer otro contrato. ¿Cuándo? No se puede dar una fecha, pero lo cierto es que ese pequeño tramo de 17 kilómetros no estará listo en esta década.

Lo otro es una obra que se ha desmoronado varias veces llegando a Loboguerrero y hay que trazarla entonces por otro lado, sin que hasta el momento haya una clara definición sobre el particular.

Sumémosle además la vía Mulaló-Loboguerrero, que estaba lista para iniciarse ¡y tampoco! Hay problemas con las famosas comunidades que se oponen al trazado, paralizando así el proceso, o sea que olvidémonos de que se convierta en una realidad tal como nos lo habían prometido.

Y cerremos con broche de oro esta cadena de frustraciones, con el triste final de la concesión del tren, en la que la multinacional Trafigura/Impala se burló del Gobierno para no pagar la multa de varias decenas de millones de dólares y endosó o cedió o vendió o traspasó el contrato a una empresa que no tenía en qué caerse muerta —como lo denunció Sirirí en muchísimas oportunidades— y que supuestamente ahora tiene que responder por el incumplimiento del mismo.

No quiero mencionar la también anunciada doble calzada Quilichao-Popayán que se paró, porque aunque no conduce a Buenaventura está directamente relacionada con el principal puerto sobre el Pacífico y es otra frustración más para el suroccidente colombiano.

Por eso, y así nos duela hasta los tuétanos, Cardona y Zaninovich, en un acto de honestidad y realismo y sin más rodeos y promesas, dijeron que no se pudo, que el tiempo no dio y que las circunstancias tampoco.

No se trata de buscar culpables y echarle el agua sucia a este o aquel funcionario, porque con ello nada se soluciona, pero sí de hacer las aclaraciones y las precisiones pertinentes a la espera de que en el futuro cercano se tomen las medidas del caso y por fin se le dé al puerto del olvido el tratamiento que se merece.

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