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No se sabe lo que negociaron

Eduardo Barajas Sandoval
02 de agosto de 2008 - 03:22 a. m.

El juicio contra Radovan Karadzic agitará más de un cuartel y más de una conciencia. Poco a poco, en la medida que el acusado exponga sus argumentos, aumentará la tensión entre quienes se vieron envueltos en los sucesos del cruento proceso de surgimiento de la Bosnia contemporánea.

Lo curioso es que en la lista de los que tienen que dar explicaciones figuran ya dos actores de primera línea: un representante oficial de la única superpotencia del mundo, y el conglomerado de los medios de comunicación, que ejerce como una especie de tribunal de poderes inapelables.

Genocidio, crímenes de guerra y contra la humanidad, asalto a ciudad indefensa, Sarajevo la bella capital de Bosnia en donde murieron más de diez mil personas a manos de francotiradores y bombarderos desde una loma a mansalva y sobre seguro, desaparición de líderes políticos, intelectuales y profesionales bosnios, deportación de ciudadanos bajo criterios raciales y religiosos, destrucción de casas, negocios y lugares sagrados, así como organización y gestión de campos de concentración y exterminio, con el remate de la masacre de ocho mil hombres y muchachos bosnios en una carnicería humana en Srebrenica, son las acusaciones que, para hacer sentir escalofrío al mundo entero, se leyeron en voz alta en el Tribunal de La Haya para la antigua Yugoslavia.

El acusado, de regreso a lo que quede de su reconocida y temible imagen de los años noventa, ha escuchado todo eso con la impavidez de veterano que no se inmuta ante las narraciones más espeluznantes. Su respuesta, que por ahora no se ha referido específicamente a los cargos, ha puesto en la mesa dos acusaciones que merecen reseña, reflexión y seguimiento: la primera tiene que ver con un supuesto pacto que Karadzic habría celebrado con el embajador estadounidense Richard Holbrooke, para retirarse de la vida pública a cambio de inmunidad; la segunda se refiere al hecho de que los medios, antes de que el juicio siquiera tome forma y se expongan los argumentos de las partes, ya lo han condenado, por lo cual deduce que en esas condiciones es inimaginable pensar en una absolución.

Aunque no llegue a ser difícil establecer las responsabilidades política y penal del exjefe de la Republika Srpska de Bosnia, hoy desaparecida, en los hechos de los que se le acusa, los puntos que toca el personaje no deben pasar desapercibidos. En el primer caso, porque resulta tan grave que un representante oficial de los Estados Unidos haya estado dispuesto a garantizar la impunidad de un criminal de marca mayor, como que el acusado se atreva a inventar y hacer público, de manera calumniosa, un evento que nunca tuvo lugar. En el segundo caso porque, viéndolo cuidadosamente, aún el peor de los criminales puede resultar de alguna manera siendo tratado con injusticia a partir de la expedición de sentencias a priori por parte de los medios de comunicación.

En esta época de multiplicación, y a la vez de atomización de poderes, pueden ser demasiados los frentes que es preciso atender, así como las dudas que hay que despejar al momento de tomar decisiones judiciales respecto de casos que no sólo involucran actores internos sino intereses internacionales o relacionados con derechos fundamentales de la humanidad.

El señor Holbrook ha negado de manera contundente las acusaciones de oferta de inmunidad. Pero en cambio no ha negado sus contactos con el otrora Presidente de la malhadada república. Así que queda por saber lo que entre los dos se negoció.  Partidarios de una y otra versión estarán listos a defender su causa en una controversia sin fin. Lo más probable es que nos quedemos sin saber a ciencia cierta qué pasó. Porque ninguna de las explicaciones suena descabellada. Y la prensa, en su afán de comunicar, solamente seguirá contribuyendo a la confusión. Ante la incertidumbre que todo esto genera, y por encima de los resultados del juicio, quedamos advertidos de los alcances de cada intervención de esos dos poderes, típicos de una era en la que nada debe sorprender.

edubaras@yahoo.com

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