La ciudad de Washington, capital de EE.UU., está viviendo un nuevo invierno de su descontento, como diría Shakespeare. Los árboles carecen de hojas, los días son fríos y breves, y la nieve empieza a blanquear las calles y aceras. Pero lo más evidente son las diferencias esenciales que batallan por adueñarse del espíritu de la nación. Hoy estas saltan a la vista y se aprecian en la cercanía de un par de estructuras físicas.
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