Nota discordante

Santiago Montenegro
04 de marzo de 2019 - 05:00 a. m.

Las cifras de PIB, al último trimestre del 2018, al igual que las proyecciones para el presente año, señalan una reactivación importante de la economía. Estos números son alentadores, pero la cifra de desempleo de enero es una sombra que ha generado varios interrogantes, pues se situó en un 12,8 %, un punto porcentual por encima que la del mismo mes del año anterior, que fue de 11,8 %.

¿Por qué el desempleo crece, cuando la economía está en un proceso de aceleración? ¿Qué puede estar haciendo que las empresas estén creando más valor agregado, pero con menos trabajadores? Una primera hipótesis proviene de la reacción de la SAC a las cifras de desempleo, al argumentar que el gremio no constata la destrucción de empleo en el campo, como sí lo hace el DANE. Es decir, el incremento en la tasa de desempleo nacional puede ser un problema de medición. Esta hipótesis es razonable, dado que la informalidad en el campo alcanza una cifra de un 88 % de la ocupación, lo que hace extremadamente difícil precisar quién está o no está empleado en el sector.

Otra segunda hipótesis apunta a un incremento en la tasa general de participación de los trabajadores (TGP), pero las cifras disponibles sugieren que este efecto solo sería parcial, pues dicha tasa subió de 63,2 % en enero de 2018 a 63,5 % en enero del presente año. Mientras la tasa de participación de las 13 grandes ciudades se mantuvo estable, en un 62,3 %, entre un año y otro, esto querría decir que la participación en las ciudades más pequeñas y en el campo subió más que el incremento nacional. Con todo, esta no parece ser la explicación primordial del incremento del desempleo, lo que nos conduce a una tercera hipótesis, planteada sobre todo en círculos académicos.

La explicación que se ha dado en medios de investigación apunta a los posibles efectos del incremento del salario mínimo legal sobre el empleo formal de la economía. Como se recordará, el incremento del salario mínimo que se acordó en diciembre pasado fue el más alto en mucho tiempo, un 3 % en términos reales. En nuestro caso particular, argumentan los académicos, esta cifra es muy preocupante porque Colombia tiene una de las brechas más bajas entre el salario medio y el salario mínimo legal, que es universal y no distingue entre sectores, entre regiones o entre jóvenes y adultos. De hecho, dicha brecha es una de las más reducidas entre todas las economías del mundo.

De esta forma, si queremos reducir drásticamente el elevado desempleo y la informalidad, que alcanza un 64 % del empleo total, debemos fortalecer una política que aumente la diferencia entre el salario medio y el salario mínimo legal, fundamentalmente con políticas que ayuden a incrementar la productividad de las empresas, eliminando costos de transacción, promoviendo la competitividad, estimulando la transferencia de tecnología, modernizando el SENA, facilitando el desplazamiento de los trabajadores, entre otras. Al aumentar la productividad, las empresas tendrán estímulos para ajustar los salarios en montos que ellos mejor que nadie conocen y saben que son sostenibles en el tiempo y consistentes con todas las variables de sus negocios.

Con todo, esperemos que la cifra de desempleo de enero haya sido atípica y que en el curso del año el empleo crezca con la dinámica del PIB.

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