Notas de buhardilla

Notificados y advertidos

Ramiro Bejarano Guzmán
11 de abril de 2021 - 03:00 a. m.

Es evidente que Álvaro Uribe quiso que se supiera que sus hijos habían visitado a Duque en la “Casa de Nari”, teniendo por testigo al mediocre y controvertido ministro del Interior. A un Gobierno experto en ocultar lo que no quiere que se sepa, que además es consentido de la mayoría de los medios, le habría quedado muy fácil esconder ese encuentro de los privilegiados vástagos con quien manda su progenitor. ¿Por qué razón permitieron que se filtrara esa visita? ¿Qué están tramando Uribe y su familia? De Duque se sabe que estaba en lo de siempre: cumpliendo órdenes.

Varios voceros del Gobierno salieron a defender la cumbre Duque-delfines, todos ofreciendo explicaciones de cajón. Unos dijeron que los Uribe fueron en condición de “ciudadanos preocupados”, no se sabe si por el inmediato futuro político de ellos, por la inminente reforma tributaria o para derogar la JEP. Otros dijeron que fueron como empresarios, oficio que aprendieron cuando eran inquilinos del lugar al que han vuelto de visita, y que ello es normal porque Duque en sus muchos ratos libres tiene el hábito de recibir a los hombres de industria con puerta franca para ir a pedir o reclamar. Los funcionarios menos sofisticados simplemente atribuyeron esta entrevista tan singular a que se trató de un rato cálido entre viejos amigos.

Los aturdidos y desplazados miembros del partido Centro Democrático ofrecieron otro catálogo de excusas babosas, cuidándose de no molestar a Duque ni a la poderosa familia Uribe.

Nadie se atrevió a sugerir que si Duque y sus áulicos, incluyendo el Gobierno, permitieron hacer de este encuentro la comidilla nacional es porque detrás de eso hay un claro mensaje en el complejo ajedrez politiquero que mueve Uribe, quien a estas alturas de su azarosa vida solo confía en su misma sangre.

Lo que empezó como una cábala o un globito al aire acerca de si Tomás Uribe sería candidato presidencial o cabeza de lista al Senado ya es proyecto posible, tanto que en el partido de gobierno van a tener que aprender a vivir con esa imposición antipática y totalitaria. No habrá uno solo de los militantes de esa empresa unipersonal que se inventó Uribe que sea capaz de alzarse contra las aspiraciones de entregar la colectividad y el futuro gobierno a un muchacho disfrazado de magnate, sin experiencia en el difícil arte de mandar y ni siquiera de pensar en voz alta. El que se atreva queda por fuera de la nomenclatura y en la mira de la tropa uribista que odia, persigue y cobra venganzas.

La verdad monda y lironda es que lo que estamos viendo es la más descarada pérdida del pudor. No solamente le está pasando a la familia Uribe, que lenta pero perceptiblemente ha venido dando los pasos necesarios para que uno de los suyos regrese como mandatario, sino al propio Duque y su banda de intolerantes e incompetentes.

Que Duque haya tenido que soportar la visita, no del todo agradable, de los hijos de su patrón confirma la debilidad de su carácter y su insustituible condición subalterna. De esa misma tragedia participan todos y cada uno de sus babosos ministros, algunos de los cuales ya mostraron sus inclinaciones, como el bocón y agresivo mindefensa, Diego Molano, enredado distribuyendo contratos a sus amistades, para no hablar de Andrés Barreto, el “rajado” genealogista del régimen.

Así, dando tumbos, como si estuviesen embriagados con la burocracia, cada quien en el Gobierno está haciendo lo suyo y en su beneficio personal, y para ello están dispuestos a aplaudir de pie a don Tomás Uribe con tal de seguir disfrutando de las mismas migajas, así tengan que vivir humillados. Eso no importa, es más, jamás les ha importado. Perdidos los escrúpulos son capaces de todo, porque tienen fe en las silentes Procuraduría y Contraloría, y además en el brazo protector de un fiscal que, como Barbosa, según informaciones no desmentidas anda entregado a la orgía perversa de recibir instrucciones del anterior fiscal, el malvado Néstor Humberto Martínez.

Adenda No 1. Impresentable el decreto con el que Duque ha escogido al Consejo de Estado como juez único de sus actos. Eso solo pasa en las tiranías.

Adenda No 2. Comprar aviones de guerra en plena pandemia, en épocas de penuria social y en la antesala de otra reforma tributaria retrata la indolencia de este odioso Gobierno que estamos sufriendo.

notasdebuhardilla@hotmail.com

 

Miguel(11448)15 de abril de 2021 - 09:40 p. m.
Profesor Bejarano,tiene ud razón y le agrego,mientras Uribe siga vivo ó sin condena y tras las rejas ,lamentablemente va a seguir mandando a diestra y siniestra y poniendo fiscales,procuradores,contralores,defensores del pueblo,magistrados,jueces y Presidentes.El castigo nuestro es grande desde que Uribe en la Aerocivil y aliado en la sombra de Pablo Escobar le premió el negocio con las pistas.
  • Miguel(11448)15 de abril de 2021 - 09:46 p. m.
    Si Uribe ha hecho todo para reelegirse,para elegir a Santos,para elegir a Duque uds creen que se va a quedar quieto? No señores,como Nerón hizo con Roma Uribe prefiere incendiar a Colombia antes de verse como lo que es,un bandido igual a Patrón del mal jefe del Cartel de Medellín.Preparemonos para ver lo peor.
Federico(25156)12 de abril de 2021 - 11:49 p. m.
No más centro democrático, no más de esa corrupción y creencia de q ellos pueden manejar el país como les de la gana a beneficio de unos pocos. no más votos para el centro democrático.
Pilar(79817)12 de abril de 2021 - 03:05 p. m.
Mucha dictadura la que estamos viviendo.
Camalejon(7327)12 de abril de 2021 - 01:39 a. m.
Contundente columna!
Bernardo(31155)12 de abril de 2021 - 12:18 a. m.
Colombia: ¿Una PLATOCRACIA menesterosa? Bernardo Congote https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/colombia-una-platocracia-menesterosa
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