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Nuevo poder

Alberto López de Mesa
18 de diciembre de 2020 - 09:33 p. m.

Termina el 2020, año aciago para la humanidad por la imprevista propagación mundial de un virus desconocido, que, como una bio advertencia, confrontó la civilización global otro colmo de la especie gregaria, nos recordó las insuficiencias de nuestro sistema inmunológico, así como las de los sistemas de salud; evidenció los verdaderos intereses de los gobiernos: los que priorizaron la dinámicas económicas sobre la bioseguridad colectiva, los que aprovecharon políticamente la emergencia sanitaria y los que por la fuerza impusieron el confinamiento. También se evidenció que el derecho a la salud es proporcional a las desigualdades sociales, y que los empresas de salud privatizadas propician la inequidad en el acceso a los servicios médicos y en la calidad de la atención.

Desde el primero de enero de 2020 el coronavirus partió desde Wuhan por las mismas rutas y a la misma velocidad del mercadeo internacional, en dos meses ya había contagiado medio mundo y el 11 de marzo, cuando la OMS declaró la pandemia, casi todos los países decretaron Emergencia Sanitaria, cundió el caos y por tan rápida propagación del virus, por los tantos contagiados colapsaron los centros hospitalarios a pesar del encomiable compromiso de los profesionales de la salud.

Ante la aprensión internacional la OMS y en general el mundo médico, particularmente la corriente alopática y farmacéutica, se irguió, a instancias de la ONU, como oportuno y nuevo poder con licencia para incidir, con medidas vinculantes, en el proceder de los gobiernos.

En doce meses de pandemia, a la fecha, se han registrado en el mundo 73 millones de contagiados de los cuales 1.640.000 han fallecido por Covid, mayoritariamente personas ancianas.

Sin duda para controlar la saña vírica han sido útiles las cuarentenas, los protocolos de bioseguridad, los tapabocas, el distanciamiento social, pero se sabe que el control pleno depende de una vacuna que nos inculque la inmunidad precisa contra el coronavirus, para ello, prestigiosas universidades del primer mundo en alianzas con reconocidas empresas farmacéuticas, en un empeño maratónico han desarrollado vacunas y varias anuncian exitosas pruebas con humanos.

Para la cultura occidental diciembre, por sus fechas navideñas y el fin de año representa un tiempo de esperanza, ilusión procedente del mesianismo judeo cristiano. Por ello el anuncio de que ya hay vacunas contra el Covid-19, es un chispazo esperanzador, más hay que decir que las campanas que doblan anunciando la vacuna salvadora son más de optimismo que de objetividad porque, sobre nuestra añoranza, estarán varios pasos antes de que muchos estemos vacunados.

En Colombia, el gobierno promesero dice estar en negociaciones con la Universidad de Oxford para adquirir 20 millones de las vacunas Pfizer que funciona con doble dosis, o sea que se aplicarían a 10 millones, prioritariamente ancianos y personal de la salud, primero se tramita licencia para uso de la patente, luego el diseño de jornadas y logística de vacunación; si consideramos los dos meses para una y otra dosis, más la marrullería burocrática y la corruptela ventajosa, en el mejor de los casos, la primera tanda de vacunación se tomará seis meses, con esas cuentas veo lejana mi inmunización contra el Covid-19.

El Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas presenta desalentadoras estadísticas sobre el incumplimiento generalizado en todo el mundo de las medidas de bioseguridad, ante esto los adjetivos son: inconscientes, irresponsables, ignorantes, asumiendo que esos desobedientes pierden el instinto de conservación, unos por la compulsividad consumista, otros por fanáticos, por hinchas, por licenciosos y los que más apremiados por la subsistencia.

El que muchos se porten negligentes con su autocuidado no puede interpretarse a la ligera como un inconsciente suicidio colectivo, porque acaso corresponde a lo que la misma cultura ha inculcado como noción de felicidad asociada a la celebración y a la fiesta.

Las municipalidades en Colombia y en toda Latinoamérica ya adornaron con luces y ambiente navideño las calles, los parques, los edificios emblemáticos, pero a la vez prohíben las aglomeraciones tradicionales, y aconsejan a la gente evitar los bailes y los abrazos de siempre. La verdad es que la gente impávida busca conjurar con el ritual de navidad lo aciago de este año y festejando invoca un feliz año nuevo.

 

luis(89686)19 de diciembre de 2020 - 03:59 p. m.
Estamos lejos de superar la pandemia COVD 19, la inmunidad de rebaño es incierta. El lavado de manos, el tapabocas, la distancia de dos metros y demás cuidados es lo único positivo. La falta de cultura ciudadana es lo peor. La humanidad ha superado pandemias pero a un alto costo.
Camilo(57229)19 de diciembre de 2020 - 01:36 p. m.
Una importante reflexión, es un nuevo poder en efecto. Gracias columnista.
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