“NYT en Español”

Jaime Arocha
24 de septiembre de 2019 - 05:00 a. m.

Se nos acaba The New York Times en Español y, por lo tanto, beneficiarse de ese experimento editorial y lingüístico que ha consistido en alcanzar al mismo tiempo expresiones idiomáticas que respeten el particularismo de quienes hablamos castellano y el universalismo comunicativo que cementa a esa comunidad de 570 millones de miembros. Ha implicado una reflexión cotidiana y crítica cuyo equipo de redacción nos la ha hecho conocer mediante columnas de análisis de una honestidad paradigmática.

Además de traducir artículos de opinión y reportajes, la misión ha consistido en publicar piezas a cargo de escritores de renombre, como quienes contribuyen con la serie “Revolución 60”, lanzada en enero de 2019 con la columna “Cuba sí, yanquis no” de Sergio Ramírez y la cual incluye otras tan memorables como “Mis décadas con Fidel Castro” del historiador mexicano Enrique Krauze.

Nuestro conflicto armado no se ha quedado por fuera, gracias a escritos como “Luz Marina en el país del horror” de Alberto Salcedo Ramos o “No es la muerte del proceso de paz” con la entrevista que le hizo Eliezer Budasoff a Humberto de la Calle cuando Iván Márquez, Jesús Santrich y el Paisa anunciaron con bombos y platillos que inauguraban la segunda Marquetalia.

Considerando la capacidad modeladora que tiene la palabra, hay traducciones que logran un impacto más profundo en el pensamiento hispano que los ensayos originales. Al menos, así me pareció que sucedía con “El gobierno de Bolsonaro ha convertido a Brasil en un paraíso para los pesticidas” de Nelson Almeida y Natalia Viana. Documentan cómo la ministra de Agricultura representa esa tendencia generalizada en ese país consistente en calificar de fake news al reporte sobre los 500 billones de abejas que han muerto debido a los 290 agrovenenos que la nueva administración presidencial aprobó tan pronto se posesionó. Queda de esa manera evidenciada la estrategia que ese gobierno quizás emplee si llegara a ser acusado ante la Corte Penal Internacional por ecocida debido al megaaniquilamiento de polinizadores que causarán los otros 530 tóxicos próximos a recibir el visto bueno para ser esparcidos, además de la potrerización de la Amazonia**.

Por fortuna, la serie también ha sido fuente de optimismo gracias a artículos como “¿Las plantas tienen algo que decir?” de Ellie Shechet sobre experimentos controlados que la botánica Mónica Gagliano ha llevado a propósito de la capacidad de memoria y aprendizaje de las plantas, siendo los de las dormideras los más nombrados. Todos hemos jugado a que esas matas cierren sus hojas cuando las tocamos, lo cual indica que reaccionan ante el peligro. Sin embargo, Gagliano se las ingenió para dejar caer materas de dormideras sobre pisos cubiertos de espuma, de modo que las matas dejaron de cerrar sus hojas. Suspendido por meses, al repetir el experimento, las matas reiteraron su conducta, dando así fe de que no solo habían aprendido qué no representaba un riego para ellas, sino que lo recordaban. Otras experiencias han llevado a que Gagliano desantropomorfice nociones como inteligencia y creatividad, opciones más bien obvias para indígenas como los amazónicos del Perú, con quienes ella comenzó a interactuar. De esa manera, ha venido a ser parte del conjunto de pensadores que por lo menos desde el decenio de 1940 llaman la atención acerca de que a quienes Occidente ha despreciado como animistas poseen una sabiduría con claves fundamentales para hacerle frente a la hecatombe ambiental que ha ocasionado nuestro antropocentrismo desmedido. Para Gagliano, la salvación del planeta consiste en “entendernos como parte del mundo natural”.

* Profesor de antropología de la Universidad Externado de Colombia, aterrado por el etnocidio al cual las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y el Eln hoy someten de las comunidades indígenas y negras del Bajo Atrato, según el reporte de Colombia 2020 de El Espectador del 22 de septiembre.

** Londoño, Ernesto. 2019. “Imagine Jair Bolsonaro standing trial for ecocide at The Hague”. The New York Times, september 21.

 

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