Odio, redes y terrorismo

Marcos Peckel
23 de abril de 2019 - 09:00 p. m.

La violencia que ha azotado sociedades por décadas no desaparece porque se haya firmado un acuerdo de paz o porque se haya acabado una guerra interna. Algo de la barbarie queda gravitando y en cualquier momento reaparece. Sri Lanka sufrió por un cuarto de siglo una cruenta guerra civil de carácter étnico, separatista y religioso, entre los Tigres de Elam, tamiles e hinduistas, y el gobierno central budista cingalés, la cual concluyó en 2009, cuando el régimen de Colombo aplicó la doctrina de tierra arrasada contra la región, controlada por los separatistas, en una ofensiva final que dejó entre 20 y 30 mil muertos.

Fueron los Tigres quienes durante la guerra civil introdujeron el terrorista suicida como su arma más letal, atacando objetivos civiles, entre ellos templos budistas. El premier hindú Rajiv Gandhi fue asesinado por un combatiente suicida de los Tigres con un chaleco explosivo, los mismos usados en los recientes ataques del Domingo de Pascua.

Una mutación de la violencia en sus objetivos, no en sus métodos.

Sri Lanka, antes Ceilán, un territorio insular al sur de India, colonizado por portugueses, holandeses y finalmente por los británicos, de quienes se independizó en 1948, cuenta con una población mayoritariamente budista y con la presencia de minorías hinduista, musulmana y cristiana, en una región entre el sudeste asiático y el subcontinente indio en que la convivencia religiosa ha sido conflictiva y traumática. Las relaciones entre la minoría musulmana y la mayoría budista fueron armónicas por siglos, sin embargo, en los últimos años, no ajenos al entorno que se vive en Myanmar, Tailandia o India, han surgido tensiones y actos de violencia producto de la ascendencia de los nacionalismos religiosos que rechazan a las minorías, ya sea por sus prácticas religiosas, sus símbolos o su mera presencia.

Las redes sociales han servido de caja de resonancia para difundir mensajes de xenofobia étnica y religiosa, expresadas en estereotipos negativos, a la vez que se usan para difundir fake news que agitan más el odio y conducen a actos de violencia o venganza . No en vano, una de las primeras medidas que adoptó el gobierno esrilanqués tras los ataques fue bloquear el acceso a Facebook, Youtube y otras redes sociales.

Los atentados terroristas del Domingo de Pascua, los más letales del mundo después de las Torres Gemelas, por el número de víctimas, son la confluencia de diversos factores. Una colosal falla en inteligencia, centros del culto alrededor del planeta como recientes objetivos terroristas, las redes sociales como plataformas para fomentar el fanatismo, iglesias como objetivos asequibles a los suicidas y una planeación impecable por parte de los autores, uno de cuyos motivantes fue la alta repercusión mediática que generaría su accionar.

Ahora podría desatarse la furia desbocada contra la población musulmana de la isla. ¿Logrará el gobierno evitarla? ¿Lo intentará?

 

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