Odio y caos: el legado de la derecha en Colombia

Beatriz Vanegas Athías
20 de junio de 2017 - 02:55 p. m.

La abuela de Lina, el personaje conciencia de la gran novela En diciembre llegan las brisas de la escritora barranquillera Marvel Moreno, decía que la maledicencia comenzaba cuando una persona descubría que alguien había hecho lo que ella había querido siempre hacer (sin aceptarlo), o lo que temía querer hacer (sin saberlo), por lo cual, todo acusador condenaba en el otro su propio reflejo como todo inquisidor se perseguía ciegamente a sí mismo.

Así el senador Uribe Vélez y su séquito del Centro Democrático incluido en línea directa el ex procurador Ordóñez. Su accionar es el de los seres maledicentes, es decir, de aquellos que se alimentan de odio ante el descubrimiento de que otros realizan lo que ellos en su infinita incapacidad e incompetencia no pudieron realizar. Entonces arman el caos, que para efectos de nuestro país se traduce en la polarización o radicalización de los odios.

Incapaces de hacer la paz;  incapaz de aceptar que existen diferentes formas de familia; incapaces de ofrecer educación de calidad porque aún siguen en La Colonia; incapaces de ofrecer una salud de calidad; incapaces de industrializar al país; incapaces de entender la diversidad de un país que está cansado de ser asesinado; incapaces de respetar al campesino; incapaces de asumir al país laico y deliberante, Uribe Vélez y el Centro Democrático (llamado Demoníaco en las redes sociales) optaron por la maledicencia y el caos.

Y ahí los vemos luciendo lo único que tienen para ofrecer: su experticia para enfrentar a los colombianos que ya no distinguen entre lamentar la muerte de seres humanos en un atentado terrorista como el del Centro Comercial Andino, o utilizar este acto macabro para vilipendiar al Presidente Santos, que, si bien le ha fallado en muchos frentes a Colombia, se la ha jugado por un desarme honesto y contundente de las Farc, una de las guerrillas más antiguas y feroces de Latinoamérica. Y aquí, es bueno recordar cómo desde la firma del Acuerdo ha descendido la cifra de muertos a casi ninguna víctima en los hospitales militares y veredas del país.

 Ese enfrentar a un país por parte de Uribe Vélez y el Centro Democrático y sacar con mentiras lo peor de cada colombiano hasta regresarlo a la caverna, es el legado que tienen ellos para ofrecer. Incluso más allá de los daños a la salud (Ley 100), al campo (cinco millones de desplazados y regreso al feudalismo), a la justicia (todos los ex asesores huyendo) entre otros; el legado de Uribe Vélez y sus áulicos es haber exacerbado el fascista que hay en cada colombiano; es haber fundado una forma de vida revanchista pendenciera, de la maledicencia encarnada. Así como el narcotráfico en su época, creó colombianos que despotricaban del trabajo y alababan al dinero fácil a costa de la vida del “muñeco” que tenían que asesinar; así Uribe Vélez persigue un país en paz al que su accionar mentiroso y ladino le ha quitado la posibilidad de alegrarse por los cotidianos triunfos.  Porque como no puede estar en armonía (tampoco le conviene) condena en el otro su propio reflejo como todo inquisidor, que se persigue ciegamente a sí mismo, parafraseando a la Marvel Moreno.

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