¡Ojo con el salmón!

Aura Lucía Mera
09 de julio de 2019 - 07:00 a. m.

Siempre me ha gustado su sabor. Además, pongo a volar la imaginación y me desplazo a Noruega y Suecia. Me imagino los fiordos y los salmones nadando y saltando contra corriente río arriba para desovar y morir.

La primera vez que vi uno recién pescado, en vivo y en directo, fue en el mercado de los marineros en Seattle, donde me encontraba en una reunión de Alcohólicos Anónimos del mundo entero, acompañada de una hija. No dábamos crédito. Un salmón fresco, enorme. Le tomamos una foto. Resultado, me apasioné más por el salmón, su belleza, su valentía, su sabor, su textura.

Leo hace pocos días una crónica, artículo, testimonio —no sé cómo calificarlo— en la revista El Malpensante —a la que estoy suscrita desde hace años y espero con avidez su llegada—, un escrito de un noruego —no recuerdo ahora su nombre—, que denuncia con datos, fotografías y documentos cómo los noruegos no solo están estafando al mundo con el cuento de los “salmones salvajes” que exportan, sino que de paso nos están envenenando.

Quedé petrificada. El comercio, el dinero y los negocios permiten exterminar, manipular, falsificar el producto que venden sin ningún reato de conciencia, que se esfumó hace tiempos.

En el caso particular de los salmones, la maturranga, que debería ser escándalo internacional, consiste en haber inventado unos criaderos de salmones donde los encarcelan con mallas, sin importar que los piojos marinos los enfermen, incluso tiñéndolos artificialmente de rosado intenso para que “se vean sanos”, alimentándolos con forrajes artificiales, llenando el agua de los fiordos y mares de toneladas de excrementos y bacterias que jamás se producirían si estos miles y miles de animales estuvieran en su hábitat y en libertad.

Noruega, con la fama más grande sobre el cuidado del medio ambiente, su vida sana y sus maravillas naturales, se ha convertido en un minipaís de multimillonarios que viven del “salmón salvaje”.

Lo más peligroso es que los tentáculos de estas empresas se han extendido hasta Chile y ya sus “piscinas salmoneras” están cultivando este engendro envenenado.

Lo pensaré dos veces antes de volver a comer salmón, y a los que han caído adictos al sushi de salmón y otros peces crudos les sugiero que tengan cuidado, no vayan a ser más peligrosos que la famosa Talidomida de hace algún tiempo.

No sé si autoridades ambientales harán algo al respecto. “Business is business”. Así el planeta se vuelva mierda y nosotros estrenemos parásitos y enfermedades incurables. ¡Guácala!

Posdata. Estoy de acuerdo con Patricia Lara. Estamos mamados de Santrich. Puras cortinas de humo para que los medios de comunicación piquen el anzuelo y no sigan la pista de cosas más profundas, sucias, peligrosas y corruptas. Que lo atrapen y lo juzguen para saber si es culpable o inocente, pero que no lo sigan utilizando como la Elizabeth Taylor del momento. ¿Y qué tal ahora el “debate” de Uribe contra Santos sobre la Operación Jaque? ¿Hasta cuándo los titulares para este caudillo de república bananera que lo que pretende es no dejar gobernar?

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