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Luis Carlos Vélez
04 de julio de 2016 - 02:49 a. m.

En una nación donde los congresistas se representan a ellos mismos y sobresalen por sus inasistencias, ser merecedores de este abultado salario es simplemente un insulto para todos los colombianos. En términos de salarios mínimos, lo que ganan los honorables parlamentarios de nuestro país es el cuarto pago más alto de América Latina. Mientras que en Chile sus ingresos mensuales representan 81 veces el pago mínimo legal, en Brasil 61, y en México, 50, en Colombia lo que se les consigna al mes es cerca de 40 veces lo que un trabajador base logra.

Pero no solamente el monto total es algo para estar indignado, también lo es su incremento. Mientras que el año pasado la inflación fue de 6,77 %, y el salario mínimo, después de las interminables negociaciones de siempre, se alzó en 7 %, es incomprensible que a los privilegiados congresistas se les premie con un salto del 7,77 %.

Si la lógica para los incrementos salariales en la empresa privada se basa en el desempeño y los logros de los empleados, no se entiende cuál es la que se usa para que en el sector público existan estas alzas. ¿Son acaso nuestros honorables más cumplidos, responsables, honestos y dedicados que todos los colombianos que ganan el mínimo?

También es incomprensible que el Gobierno no diga nada de estos aumentos en momentos en que se trabaja para sacar adelante una reforma tributaria. ¿Cómo explicarles a los mismos contribuyentes de siempre que habrá que abrirle otro hueco más al apretado cinturón tributario para hacerle espacio al pago de los salarios de los parlamentarios? Ya sé que dirán que ese aumento en términos proporcionales no significa nada para el presupuesto de la nación, pero es que de nada en nada y de impuestos temporales como el cuatro por mil o el del patrimonio, que por mucho pataleo siempre se vuelven permanentes, no hay más de dónde sacar. El contribuyente promedio, honesto, colombiano está hace rato raspando olla.

Hace poco, un compañero de trabajo me decía que iba a pedir las cesantías para pagar el predial. Sé que su caso no es una excepción y, por lo tanto, la indignación por este tipo de anuncios no puede ser menor.

Tenemos que hacer la tarea de molestarnos por este tipo de cosas, de exigir que nuestros representantes asistan, trabajen y no se enriquezcan directamente vía salarios e indirectamente vía contratos y favores. La única manera de hacerlo es usar inteligentemente el voto. Transarlo por dádivas temporales es seguir permitiéndoles hacer de las suyas de la misma manera en que vienen haciendo hace años, porque es evidente que un puesto en el Congreso se ha vuelto heredable.

La paz duradera no solamente se logra vía acuerdos necesarios, como los de La Habana, se logra realmente exigiéndoles a los llamados padres de la patria que en realidad lo sean, y que no tomen a nuestro país como una prostituta a la cual explotan y explotan porque saben que, tal y como están las cosas, no tiene salida. Señores congresistas, ustedes son unos descarados y no pierdo la esperanza de que algún día les duela que la verdad se las digan en la cara.

Postdata

Entre tanto, que Popeye quiera aspirar a ser senador sólo muestra una vez más el plan que tienen en la cabeza muchos narcotraficantes en estos momentos en que se termina de ajustar el proceso de paz. De la misma manera en que lo hicieron durante el proceso con los paramilitares, ahora harán todo lo posible para colarse en este episodio. Del Gobierno y los tribunales depende que esto no ocurra.

 

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