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Abecé de la crisis en Gabón

Mauricio Jaramillo Jassir
06 de septiembre de 2016 - 02:00 a. m.

Gabón, pequeña nación de África Central, se encuentra en una profunda crisis por el resultado de la elección presidencial del pasado 27 de agosto.

Los dos candidatos en contienda reclaman la victoria y desde la comunidad internacional se presiona al mandatario actual, Ali Bongo Ondimba, hijo del dirigente histórico Omar Bongo Ondimba, para que ceda a una publicación detallada del resultado. La familia completaría en el poder medio siglo, pues el jefe de Estado resultaría reelegido para un segundo período de siete años. Su rival, Jean Ping, ha desafiado al poderoso Ali Bongo en una elección que contó con la observación y el acompañamiento de la Unión Europea (UE) y de Francia, dos socios de la mayor importancia para Gabón. Los resultados oficiales dan cuenta de una reñida elección, pues el presidente en ejercicio habría obtenido 49,80 %, y el opositor 48,23 %.

Ese resultado, que no fue aceptado por la oposición, ha derivado en una violencia generalizada consistente en enfrentamientos entre los seguidores de Ping y las fuerzas del orden. Los primeros han exigido un reconteo de votos, a lo que se debe sumar el hecho de que los observadores internacionales han reportado irregularidades. En los días previos a la elección, el Gobierno acusó a Ping de fraguar un plan para desestabilizar el país a través de un ataque mediático e informático con datos falsos, que serían publicados en redes sociales. La acusación comprobaría el intento de Bongo de preparar el terreno para una represión poselectoral contra la oposición.

Francia y la UE, entretanto, han insistido para que el Gobierno publique los resultados de cada mesa de votación, y despejar así cualquier duda. Tanto Jean-Marc Ayrault como Federica Mogherini, encargados de la diplomacia, han declarado que se debe garantizar esa transparencia y la preocupación que los aqueja. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas también ha manifestado su profunda inquietud por lo ocurrido y porque el desbordamiento de la violencia ha escapado al control de las autoridades. A pesar de que exista un consenso para que la crisis se gestione en el marco de la Unión Africana, el principio de no injerencia hace poco probable que desde la región se haga presión sobre Libreville para un reconteo.

Este proceso resume una triste contradicción, ya que Gabón es un Estado petrolero cuya renta debió generar prosperidad para el millón y medio de habitantes que lo componen. No obstante, y como en otros casos, como el de Costa de Marfil, enfrenta una crisis institucional por el resultado electoral. A esto se añade el intento de quebrar una hegemonía interpretada por muchos como dinástica. Lo más grave hasta ahora consiste en la represión que ha conducido a la muerte de tres personas y el apresamiento de casi mil. El tiempo se agota y, con el paso de los días, la represión tiende a aumentar sin que aparezca una solución de largo aliento que ponga fin a la espiral de violencia. La crisis revela contradicciones profundas de una democracia con visos de autoritarismo, un mal que se repite con preocupante frecuencia.

 

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