Acaban las especulaciones

Marcos Peckel
18 de enero de 2017 - 03:00 a. m.

Llegó el 20 de enero con expectativa, optimismo, temor o pánico, marcará el comienzo de una nueva era.

Tras el juramento de rigor, quizás empiece a disiparse  la neblina  y haya algo de claridad sobre el rumbo que tomará Donald Trump tras meses de especulaciones, declaraciones contradictorias y andanadas de trinos.  La llegada del 20, sin embargo, no  significa  necesariamente el fin de la improvisación,  las contradicciones,  la incertidumbre, ni  tampoco de los trinos.

Uno de los primeros desafíos que enfrenta Trump es satisfacer  las expectativas de aquellos que lo eligieron, a menos que simplemente  hayan sido  un vehículo para elegirse,  ya desechable.  Los marginados de la globalización, los que perdieron sus apetecidos empleos industriales para  trabajar por sueldo  mínimo en McDonald’s, los mineros víctimas de la guerra contra la energía sucia y tantos otros que Trump cautivó con su discurso nacionalista “America First”,   contra el libre comercio,  los ambientalistas  y   los emigrantes, esperan su  día, que quizás nunca llegue.  

Otro desafío no menor  que le espera  al conductor de “El Aprendiz” es lidiar con el Congreso  que inicialmente le  abrirá  el margen necesario para comenzar su gobierno,  una incómoda luna de miel, pero que  en cualquier momento  se  le puede voltear.  Algunos de los más importantes líderes republicanos como John McCain y Paul Ryan, insultados hasta la saciedad por Trump en la campaña, no le perdonarán salidas en falso. El congreso americano tiene la potestad de destituir al presidente si lo encuentra no apto para desempeñar el cargo.

En política exterior los desafíos son colosales  y la realidad pondrá a prueba  las declaraciones, amenazas  y promesas  del presidente electo.   Junto a lo “políticamente correcto”, los derechos humanos y la democracia liberal podrían quedar incinerados  en  la pira.  Su posible  acercamiento a Rusia, que tendría  sentido desde el punto de vista del realismo en las relaciones internacionales,  es un arma de doble filo, pues el ruso no regala nada y lo que hoy es un idilio mañana puede ser una guerra.

Frente a la OTAN Trump ha dicho de todo, un día que sí, otro  que no.  En últimas es posible una restructuración doctrinal de la alianza militar cuyo rol en los últimos años ha sido  difuso. Ayudó a derrocar a Gadafi  para sumir a  Libia  en  la anarquía,  fungió de  patético observador del genocidio en Siria  y tras 15 años en Afganistán nada  logró. Su expansión al este despertó al Oso.   

La mayor hostilidad  la ha desplegado Trump  contra  China, tanto en el  tema  de Taiwán como en las relaciones comerciales.  Sin embargo como buen negociador que dice ser,  esta podría ser una  estrategia   para ablandar  a los chinos  en su agresiva política en el Pacífico y en  sus  prácticas  comerciales.  También podría terminar mal.     

Llega el 20 de Enero.  Aguantar la respiración  y amarrarse los cinturones.                      

 

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