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Al oído de Noemí

Patricia Lara Salive
11 de diciembre de 2015 - 02:00 a. m.

Algo faltó en los actos de perdón en torno al desenlace del asalto perpetrado hace 30 años por el M-19 al Palacio de Justicia.

En conmovedora ceremonia realizada la semana pasada en la Universidad de Ibagué, el expresidente Belisario Betancur, jefe de Estado y de las Fuerzas Armadas de la época, pidió perdón por el resultado de la contra toma del Palacio, con su macabro saldo de desaparecidos y de más de 100 muertos. Estuvo acompañado por el senador Antonio Navarro, quien sin haber tenido nada que ver con la acción, como miembro del M-19 asumió la responsabilidad política sobre ella. Pero a diferencia de otras ocasiones, en las que el expresidente había pedido perdón de manera general, esta vez se dirigió de modo específico al inmolado presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echandía, cuya solicitud de cese al fuego él desoyó, y a su familia:

“Estoy aquí para expresar lo que hubiera querido expresar al doctor Alfonso Reyes Echandía”, dijo Betancur. “Reitero que he llegado a esta Universidad porque quiero pedir perdón a Alfonso (padre), a ustedes y a Colombia. Y como en otros momentos lo he hecho, acepto mi responsabilidad por el accionar del Estado en ese momento trágico en que fueron sacrificadas tantas víctimas inocentes e indefensas, entre ellas los magistrados que murieron según su alma grande y su inmenso corazón”, agregó.

Sin embargo, mientras el expresidente pedía claramente perdón por ese atroz desenlace, la ministra de Comunicaciones de entonces, Noemí Sanín, insistía impávida en que ella no pediría perdón.

No obstante, si se repasan las imágenes y los audios de la época, es evidente que hubo cuatro responsables del trágico resultado del asalto: los primeros, indudablemente, fueron los miembros del M-19 que concibieron y ejecutaron tan absurda acción, los cuales están todos muertos. Los segundos fueron los militares que reaccionaron de esa forma tan violenta, sin medir consecuencias ni tener en cuenta las normas del derecho internacional humanitario. El tercero fue el presidente Betancur, que les dio vía libre a los altos mandos y no frenó su respuesta desmedida ni se impuso ante ellos. Y la cuarta, que tal vez sea tan responsable como el tercero, fue la exministra de Comunicaciones que ordenó la censura de la radio y la televisión.

Es que al oír las transmisiones en directo de la toma que, por ejemplo, alcanzó a hacer Yamid Amat por Caracol Radio, con las declaraciones angustiadas de los magistrados y ocupantes del Palacio y los cañonazos y disparos de fondo, es evidente que, sin la censura, el desenlace hubiera sido distinto porque los militares no se hubieran sentido libres para arrasar con el Palacio y con todos los que hubiera adentro, magistrados y presidente de la Corte Suprema incluídos.

Hay quienes dicen que la censura de radio y televisión se estableció para evitar un alzamiento como el del 9 de abril. ¡Qué burrada! Alzamiento no iba a haber. En cambio así propiciaron la masacre.

De modo que a Noemí Sanín le iría mejor consigo misma, con su exjefe, Belisario Betancur, y con los colombianos que una vez creímos en ella, si con sinceridad les pidiera perdón a las víctimas del Palacio de Justica por haberse equivocado al decretar la censura, o por haber acatado la orden de imponerla (si ese hubiera sido el caso), propiciando, así, que un asalto guerrillero que hubiera podía tener un desenlace pacífico, terminara en holocausto.

 

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