Congresistas y pensionados

Mario Méndez
26 de julio de 2016 - 07:57 p. m.

Conservo todavía mi capacidad de asombro, de modo que cuando me enteré del reajuste de dos millones en los sueldos de los congresistas colombianos quedé paté.

En muchas apreciaciones, me dicen que soy bastante ingenuo, y por eso mismo tal vez me escandalizo con ciertos hechos de la vida nacional, como este del reajuste de sueldo. Y entonces digo si no será mucho el descaro que se tiene al decidir algo así.

Se pensará quizá que eso ya es “asunto de ley”. Si es así, lo más sensato sería modificar la norma, porque dejar que pase, sin sonrojo alguno, es una cachetada para tanta gente que debe sobrevivir con mucho menos de un salario mínimo, que es la cuarentava parte de una asignación congresional… sin contar las gabelas enredadas en favor de parlamentarios y callamentarios.

Si yo tuviera frente a mí al ministro Mauricio Cárdenas, de Hacienda y Crédito Público, le preguntaría si el incremento comentado no les hace hueco a las finanzas del Estado, como él argumentó ante una iniciativa para rebajar del 12 al cuatro por ciento el descuento en las mesadas pensionales con destino a salud. Además, otra preguntilla saldría a flote: ¿no es inoportuno, como nunca antes, destinar tan cuantiosos recursos cuando estamos próximos al posacuerdo que surja de La Habana (porque no es posconflicto, ¡por favor!), que demandará un esfuerzo descomunal y nacional?

Señor Santos, señor Cárdenas: una pizca siquiera de decencia indica claramente que hay cosas que no se pueden hacer, so pena de quedar como allá afuera. ¿No les importa? ¡A mí se me caería la cara de vergüenza, como dicen las señoras! ¿No creen que la mayoría de los colombianos se resiente con ocurrencias como la de los 27 milloncejos, pues simultáneamente, al discutir anualmente el aumento del salario mínimo, se desoyen los argumentos estadísticos y matemáticos de los sectores laboral y pensional?

Hay unos dos o cuatro congresistas por quienes sí tengo verdadera admiración y aprecio, y de quienes uno esperaría que se haga algo para no seguir humillando al pueblo. Recordemos que en muchos imperios ha quedado la impronta de alguna voz aislada que fue capaz de decirle al soberano que le producía mucho dolor que la corte despilfarrara tanto dinero mientras los del “común” aguantaban hambre, ¡y no se le prestó atención a esa queja solitaria! Sólo por citar un caso, eso sucedía en vísperas de la Revolución Francesa. Pero parece que quienes detentan el poder no comprenden las lecciones de la historia.

¿Qué pensará Clara López, ministra de Trabajo y Seguridad Social, sobre esta bellaquería? ¿Y qué esperar ante un ambiente de locura y borrachera de poder? Da “cosa” constatar que los seres humanos quedamos tan mal confeccionados en el transcurso inconmensurable de la evolución, proceso que aún nos muestra en un nivel bastante precario de la misma.

En fin, ¿será que se necesitaba aceitar la maquinaria del Ejecutivo para no sabemos qué proyectos?

* Sociólogo Universidad Nacional.

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