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Construir paz y democracia: algunas reflexiones

Hernando Roa Suárez
24 de febrero de 2016 - 02:03 a. m.

¿Será posible cristalizar un Gran Acuerdo Nacional y Regional, y dar sustento político a los Acuerdos?

Pensando en el actual momento del desarrollo de nuestro proceso de paz y su íntima relación con la necesidad de fortalecer la democracia colombiana, me voy a detener en algunas reflexiones al respecto. Ellas tuvieron su origen inmediato, en el evento organizado por la Universidad del Rosario, El Tiempo, la Fundación Hanns Seidel y otras instituciones, el jueves 18 del presente, sobre: “El futuro de un país en paz”.

Una primera consideración significante, nos invita a tener en cuenta que en el intervalo de los últimos 30 años (1986-2016), nunca se había avanzado tan seriamente en los diálogos de paz adelantados con las F.A.R.C. Estas han manifestado su decisión de dejar las armas y proceder a intervenir en política. Notemos entonces, que estamos más cerca que nunca de alcanzar el fin del conflicto y darnos a la ardua e histórica tarea de implementar los Acuerdos.

En segundo lugar, pensando en la construcción del proceso de paz, debemos tener presente que resolver el problema de las violencias en Colombia, no es algo que competa únicamente al gobierno y/o al Estado. Cada uno de los colombianos, según su responsabilidad, está invitado a hacer parte del proceso; es una convocatoria a una labor colectiva que demorará aproximadamente cuatro decenios.

En tercer lugar, es claro que la solución del problema colombiano es un asunto que tiene una gran importancia internacional, teniendo en cuenta la globalización y comunicación contemporáneas. Es por ello que, las altas autoridades de Naciones Unidas; el gobierno norteamericano; la Unión Europea; las autoridades demócratas africanas y asiáticas, están interesadas en que se ponga fin al conflicto armado entre nosotros y que avancemos por las orientaciones teórico-prácticas de la democracia participativa contemporánea. La trascendencia de este tema, fue uno de los subrayados con precisión, por el Premio Nobel Frederik de Klerk.

En cuarto lugar, existe un tema sustantivo para implementar urgentemente entre nosotros y que Humberto de la Calle ha remarcado: “Tenemos que prepararnos para una reforma mental en relación con el proceso”. Es evidente que la tarea pedagógica que conlleva adecuarnos a construir una Colombia en paz, implica que nuestros cerebros y nuestro ser total, se coloquen en una actitud constructiva para enfrentar la anomia (conductas desviadas) y la atonía (falta de cohesión social), que se han expandido, especialmente, a lo largo de los últimos 68 años (1948-2016), en el territorio nacional. Las luchas intestinas desarrolladas en este tiempo, han sembrado, desde distintos intereses, odio entre los colombianos. Y por supuesto que el Maestro Echandía tenía claridad cuando sostuvo, ya en los años 30´s, que: “El odio ha sido el opio para los colombianos”, y lo recordó después, cuando asumió la gobernación del Tolima en agosto de 1958. Así que los colombianos -sin excepción- estamos invitados a reconstruir el tejido social; a no olvidar que la violencia engendra más violencia y que definitivamente, los avances alcanzados en este momento, deben prepararnos para edificar una “Nueva Colombia”.

En quinto lugar: ¿qué ventajas puede traer para Colombia la construcción de la paz?

a. Evitar la continuación de los muertos. No olvidemos que el sólo conflicto con las F.A.R.C., nos ha dejado un saldo de 220 mil muertos (81% de la población civil y 19% de los militares). Notemos que el cese al fuego, en el intervalo entre noviembre 25 del 2015 y el 20 de enero del 2016, ha contribuido eficazmente a aclimatar la construcción de la paz.

b. Según cálculos del BID y de Planeación Nacional, cesar la guerra nos traería un incremento anual del 2% del Producto Interno Bruto.

c. La construcción de la paz en Colombia, aumentaría -en forma notable- el papel de nuestro país en el concierto internacional, y por supuesto, que se facilitaría su protagonismo para insertarnos en un superior grado de desarrollo integral, con todas las consecuencias que allí se derivan.

d. El hacer énfasis en las víctimas, implica que debemos profundizar en una tarea colosal en torno a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición.

e. Avanzar en la cristalización de los Acuerdos, implica que debemos tener claridad sobre la necesidad de modernizar nuestro Estado, retomando y fortaleciendo los procesos de descentralización, regionalización, planeación indicativa-participativa y democratización.

f. Si somos capaces de implementar los Acuerdos, dentro de los presupuestos fundamentales de la Constitución del 91, y cristalizamos una nueva cultura de paz, es decir, una nueva forma de ver, vivir y sentir la ausencia de violencia abierta, estructural y cultural, los colombianos habremos colocado serios cimientos para consolidar nuestra democracia en el siglo XXI.

g. Se presenta entonces conveniente -como tarea sustantiva- impulsar una coalición que tenga el poder político para superar la polarización de los ciclos electorales; crear los espacios para un Gran Acuerdo Nacional y Regional, y dar sustento político a los Acuerdos.

Pensemos cuidadosamente y avancemos con creatividad. roasuarez@yahoo.com
 

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