Corrupción y populismo

Daniel Pacheco
17 de enero de 2017 - 02:00 a. m.

Además de quienes trabajan en la industria hotelera y de turismo, por estas épocas los únicos con bolsillos llenos son probablemente los policías de tránsito.

Imagínese la siguiente escena: “Buenas señor(a), sus papeles por favor. ¿Hacia dónde se dirige?”, pregunta muy amable de un agente de tránsito en una carretera de Colombia. Solo después de bajar la ventana usted se percata de los 40 grados centígrados y el sonido de las chicharras en algún lugar remoto donde solo se ven vacas, conos anaranjados y el temido verde fosforescente de la policía de carreteras. “Buenas, señor agente, aquí de vacaciones con la familia. Cuénteme, ¿en qué le puedo ayudar?”. En este momento usted empieza a hacer la lista mental de papeles (SOAT, al día; tecnomecánica, también; pase, renovado; extintor, linterna…).

El policía se va con sus papeles, usted vuelve a subir la ventana, da gracias al inventor del aire acondicionado y siente el silencio en el carro de una familia expectante por llegar al mar luego de haberse levantado a las cuatro de la mañana. Su pareja rompe el silencio y le pregunta si recargó el extintor que estaba vencido y si le cambió las pilas a la linterna.

Vuelve el policía, le dice que los papeles están en orden. Usted ya va a prender el carro, extiende la mano para recibir sus papeles, pero el agente lo detiene: “Y si es tan amable, muéstreme su equipo de carretera”. Usted suda frío. Se baja, puede apreciar de cuerpo entero el vaho infernal de mediodía, saca tres maletas para llegar al equipo de carretera, suda caliente y la linterna no prende y el extintor está vencido hace 15 días.

El policía le informa que cada infracción vale más de $300.000 y que son acumulables. Además le dice que desafortunadamente no lo puede dejar seguir sin un extintor al día y una linterna funcionando. En su cabeza se debaten los conocimientos rudimentarios sobre el código de tránsito, el golpe financiero de las multas sobre las vacaciones, y dónde diablos va a recargar el extintor en la mitad de la nada, hasta que el policía le dice: “Pero venga, no le quiero dañar las vacaciones, arreglemos…”. ¿Usted, honestamente, qué hace?

La corrupción y la deshonestidad, los temas calientes con los que arranca el 2017, son asuntos complejos de los que se sabe muy poco. Juan Camilo Cárdenas, decano de economía de los Andes y uno de los académicos que más han estudiado el tema en Colombia, lo resume así: “No sabemos un pito sobre la conducta humana alrededor de la honestidad”. Hay al menos dos grandes hipótesis. Que es una falencia moral inherente a una sociedad o grupo de personas, o que es una falencia del sistema de incentivos y penalidades que promueven las conductas corruptas (leyes absurdas, pocas consecuencias de la deshonestidad, etc.).

Otro de los temas candentes en el 2017 es el del populismo. Cuando la lucha contra la corrupción y el populismo se juntan, pasan cosas como la elección de Donald Trump en EE.UU., solo por nombrar una (“Corrupt Hillary Clinton”, le dijo incesantemente el presidente electo a su contendora a lo largo de la campaña).

En este año preelectoral pensaría que es más importante entender y solucionar los dilemas de la persona en la carretera con el policía de tránsito, que dejarse ilusionar por las promesas de campaña de una Colombia sin corrupción política.

@danielpacheco

 

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