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De destituciones y otros demonios

Ramiro Bejarano Guzmán
16 de octubre de 2016 - 02:00 a. m.

Es indignante confirmar que las dos destituciones de Piedad Córdoba decretadas por Alejandro Ordóñez obedecieron a una sistemática persecución política, religiosa, racista y machista, pero irrita más tener que soportar las irresponsables declaraciones del exprocurador tratando de justificar con argucias de tinterillo su conducta prevaricadora.

En vez de pedir excusas al menos a la Nación por su imborrable falta, insiste en difamar y perseguir.

Las explicaciones ofrecidas por el Consejo de Estado no dejan duda alguna del proceder deliberadamente mal intencionado de Ordóñez contra Piedad. En efecto, la primera destitución se fundó en pruebas ilegales, que sin embargo el siniestro exprocurador habilitó para convertir en “Teodora” a la senadora que tanto les estorbaba a personajes como él, Fernando Londoño, Pablo Victoria, Uribe y otros de la misma calaña. Y la segunda destitución, como lo dijo la consejera de Estado Sandra Lizzete Ibarra, fue adoptada con simples conjeturas. Ese fue el procurador que tuvimos durante ocho largos años de persecuciones para los contradictores y absoluciones para los aliados religiosos y políticos.

El asunto no puede quedar reducido a reconocer que Piedad ha sido rehabilitada para la vida política, sino que debe sancionarse y reconstruirse cómo fue que Ordóñez, concertado con el gobierno de Uribe y algunos congresistas al servicio de la seguridad democrática, ejecutó la más pavorosa campaña en contra de quien representa todo lo contrario de lo que piensa esa peligrosa tenaza del mal. El gobierno de turno espió a la entonces congresista inclusive en sus desplazamientos en Méjico, al extremo de que los sabuesos que la siguieron trajeron copias de la cuenta del hotel donde se había hospedado. Luego, con esos papeles, en el Senado los áulicos del régimen le montaron un debate infame a Piedad. Pero la estocada final la dio el desleal Ordóñez, pues con sus delincuenciales destituciones coronó la maldad de aniquilar a una valerosa líder que no comulgaba con sus credos.

Peor es el mensaje que queda para la comunidad. Un procurador prevarica para sacar del panorama público a una opositora y no pasa nada, como tampoco sucedió cuando él mismo perdió el empleo que había comprado con prebendas a unos magistrados. Los medios que lo consintieron durante ocho años, lo siguen entrevistando para oír sus opiniones retardatarias sobre lo divino y lo humano, pero se hacen los de la vista gorda y doblan tan vergonzosa página de impunidad de cuello blanco. Solo falta que Ordóñez se insolvente para eludir la acción de repetición que el Estado debe promover en su contra, para que le reembolse la indemnización que deberá pagarle a la excongresista Córdoba.

El mal ejemplo cunde. También a la excontratadora Sandra Morelli le han venido suspendiendo varias de sus arbitrarias sanciones fiscales, para las cuales no ha habido prensa. Por ejemplo, durante su accidentado y ruinoso cuatrienio armó un escándalo contra dos exgobernadores del Valle y otros funcionarios por un supuesto daño patrimonial a la Industria de Licores del Valle que la Fiscalía consideró que no existió. Estas decisiones de la Morelli hoy están suspendidas provisionalmente por el Consejo de Estado, porque de entrada las consideró ilegales. Y nada pasa.

No es extraño ni gratuito que quienes hicieron una torva alianza mientras se desempeñaron como contralora y procurador, ahora también coincidan en que sus precipitadas y politizadas decisiones se han venido desmoronando ante la justicia contenciosa, por ser abiertamente ilegales. Dios los cría y ellos se juntan.

El nuevo jefe del ministerio público tiene que ser independiente, honesto y respetuoso de la ley, porque le tocará no solo rescatar la credibilidad que perdió la Procuraduría en estos años, sino decidir si inicia la acción de repetición contra su nefasto antecesor. Cuidado se equivocan otra vez, señores senadores.

Adenda. La iglesia católica y sus jerarcas, con su doble postura frente al plebiscito, quedaron mal con el país y el gobierno, además en desventaja política frente a las iglesias cristianas. Y eso que Dios siempre está de su lado.

notasdebuhardilla@hotmail.com

 

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