Nuestro sueño de la paz, con equidad y justicia, parece cada vez más cercano. Este inmenso reto para nuestra sociedad requiere, sin duda, del compromiso de todos los sectores, incluso del sector de la recreación y el deporte.
En el fondo se trata de brindar a cada ser humano oportunidades y apoyo para alcanzar un óptimo desarrollo, físico, sicológico y social, que permita reducir al mínimo los estragos de nuestra naturaleza violenta, diseñada desde nuestros genes animales para sobrevivir en condiciones adversas a cualquier costo.
Son muchos los elementos en la recreación y el deporte, identificados hace tiempo por sociólogos y educadores que pueden contribuir en gran medida al óptimo desarrollo del ser humano. Desde los primeros años de vida, los niños expuestos a mayor variedad de estímulos ambientales, contacto estrecho con la naturaleza, juegos, danza y deportes variados, desarrollan mejores capacidades cognitivas y psicosociales. No sólo se trata de activación de nervios y músculos, hormonas, corazón y pulmones.
El deporte es un escenario pedagógico fascinante. Valores como la identificación temprana de fortalezas y debilidades individuales, la sana competencia, la disciplina, la honestidad y el juego limpio, la tolerancia a la frustración, el manejo del triunfo y la derrota son tan sólo algunos elementos bien documentados, todos ellos fundamentales en una sociedad que busca la sana convivencia y la paz.
No conozco detalles de la inversión social presupuestada, pero el deporte, en especial para niños y jóvenes, debe ser sin duda una altísima prioridad. Hasta hace un año, el rubro dedicado a la recreación y el deporte no superaba el 1 % del presupuesto nacional, siendo tristemente el más alto de nuestra historia. Los países más desarrollados, incluso en Latinoamérica, invierten dos o tres veces más en este importante sector. A pesar de las limitaciones, nunca habíamos tenido una figuración internacional tan importante, ni ganado tantas medallas y galardones en todo el mundo. La infraestructura deportiva ha logrado también llegar a municipios y pueblos más apartados, donde aún no llegan la infraestructura vial o los servicios de salud.
No descuidemos el inmenso potencial de la inversión en deporte y recreación en estos momentos críticos para la vida nacional. Todo niño y joven de Colombia debe tener el derecho a educación física diaria y a escuelas de formación deportiva. Qué bueno que aprendamos a resolver nuestras diferencias, no con violencia ni armas, sino con juego limpio, trabajo en equipo y reconocimiento de los derechos y méritos ajenos.
*MD, PhD; www.johnduperly.com