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Desbarajuste

Marcos Peckel
17 de febrero de 2016 - 04:52 a. m.

Surge alrededor del planeta una sensación de que el mundo se está descosiendo, más rápidamente en algunas partes, menos en otras, pero ese engranaje invisible que mantenía cierta estabilidad parece estar desbaratándose, como piñones saliéndose de sus ejes.

Dentro de los estados crecen las dificultades de gobernanza. La crisis de los sistemas políticos tradicionales se refleja en una atomización del electorado que se refugia en nuevas opciones políticas, dando al traste con el bipartidismo en varios países, como en España. La clase media que la humanidad tardó siglos en construir como la “zona de confort” de la sociedad, ve sus logros desvanecerse. Amplios sectores de la población, empoderados por la tecnología y el conocimiento, desafían los cánones de gobierno establecidos. El populismo campea con el trasfondo de la seductora candidatura de Donald Trump en Estados Unidos.

La economía global que, con la excepción de Estados Unidos y un puñado de países, no se recuperó completamente de la crisis financiera del 2008, entra en un nuevo período de turbulencia, con la caída de los precios del petróleo, la subsiguiente caída en las bolsas y la sombra de una recesión global. Varias de las economías emergentes cuyo mantra era abandonar la dependencia de las materias primas, no lo lograron y ahora sufren. El capitalismo y la era liberal que pregonaba Fukuyama como “el fin de la historia”, atraviesan una crisis de legitimidad y credibilidad de consecuencias impredecibles.

Millones de migrantes deambulan por tierra y mar tratando de llegar a un destino cada vez más esquivo, el terrorismo ya globalizado golpea donde y cuando quiere y el crimen organizado copa espacios, países y estados.

Zonas del planeta se han convertido en escenarios caóticos en los que estados o lo que queda de estos y actores no estatales están enfrascados en interminables conflictos. Siria simboliza el colapso del orden internacional, dando lugar a una era en la que la guerra define el futuro, la vida humana no vale nada y no hay claridad de quiénes son los buenos y quiénes los malos. El hecho de que el presidente de una gran nación como Rusia emprenda una operación de tierra arrasada con miles de civiles muertos para defender intereses geopolíticos, notifica al mundo cómo son hoy las cosas. Los saudíes, una dinastía con Estado, bombardean sin piedad a un paupérrimo país vecino. China hace de las suyas en el Pacífico, construye islas artificiales para quedarse con el agua circundante, declara unitariamente zonas de exclusión y extrae petróleo de donde le place. Japón se prepara para una guerra y Corea del Norte explota armas atómicas y ensaya sus misiles.

Arrecian las guerras religiosas y étnicas de siglos atrás. Un mundo sin liderazgo retorna a la era de zonas de influencia, balance de poder y sálvense quien pueda. ¿Aparecerá el liderazgo para salvarnos?

 

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