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El Barça que recibió Cruyff

Jorge Tovar
28 de marzo de 2016 - 02:40 a. m.

En el verano de 1988, en pleno dominio de la Quinta del Buitre, Núñez (presidente del Barcelona) decía que no podía renunciar porque estaba “moralmente obligado a seguir en la entidad”, pues él y Schuster estaban en libertad provisional acusados de defraudar a Hacienda. En 18 años el Barça había ganado dos ligas. A ese club llegó Cruyff cuando en mayo de 1988 firmó por apenas una temporada.

El Barça era un equipo fracturado. El año anterior, el “motín del Hespería” había rotó la comunicación entre directiva, jugadores y afición. El día de la presentación, los abucheos de 30.000 hinchas impidieron escuchar las palabras del capitán Alexanco.

El equipo se fue de pretemporada a Holanda, buscando tranquilidad. Allí irrumpió la policía en el hotel para arrestar a Alexanco, acusado de violar a una empleada del hotel. Tras cinco días en la cárcel, Alexanco fue liberado por falta de pruebas. Llegaría a jugar tres minutos, tras sustituir a Guardiola en la final de Wembley de 1992.

El Barça de Cruyff gustó en el trofeo Gamper. Pero el camino seguía lleno de obstáculos. Cruyff incumplía lo exigido a entrenadores extranjeros: ejercer un mínimo de tres años en clubes de máxima categoría. Decían que tres años y cinco meses, dos Copas de Holanda y una Recopa con el Ajax no eran suficientes. Al final, sí lo serían. Mientras tanto Beenhakker, entrenador del Madrid, colaboraba: “Me da igual que Cruyff pueda sentarse o no en el banquillo. A él le han regalado el carné, a mí no”. El primer partido de liga lo vio desde el palco: ganaron 2-0 al Español y la prensa celebró: “Vibró el Camp Nou y el cambio es un hecho”. Cualquier parecido con el “efecto Zidane” de la prensa madridista de la actualidad no es coincidencia.

El Barça procedió a jugar la Supercopa con el Madrid. Salió con su portero líbero (Zubizarreta), dos defensas marcadores (Recarte y Julio Alberto), Alexanco en el centro y Milla con Roberto, Bakero y Soler en el mediocampo. Tres delanteros: Carrasco, Julio Salinas y Txiki Beguiristaín. La prensa lo reconoció: “El esquema de Cruyff rompe todos los precedentes del fútbol español”. Pero el Madrid ganaría esa Supercopa.

La madriditis del Barça de la época comenzó también a afectar a Cruyff. Ya en mayo decía que al Madrid los árbitros le habían regalado siete puntos. Así que en su primera temporada el Barça de Cruyff se tuvo que contentar con la Recopa.

Dos temporadas pasaron y Cruyff no lograba quebrar la hegemonía del Madrid. Hasta que llegó la temporada de 1990-91, cuando ganó la liga. Esa victoria no fue un título de liga normal. Entonces nadie lo sabía. Pero Cruyff había roto en dos la historia del Barcelona, quizás la del fútbol español.

 

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