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El chat, arma letal

Juan Carlos Gómez
01 de febrero de 2016 - 02:00 a. m.

Christine Deviers-Joncour, amante de Roland Dumas ministro de Relaciones Exteriores de Mitterrand, fue enviada a prisión en noviembre de 1997 por servir de intermediaria en un soborno para la venta de barcos de guerra a Taiwan, según nos cuenta Nicholas Shaxson

A pesar de su condena ella no contó lo que sabía, hasta unos meses después cuando tras las rejas se dio cuenta de que su amor furtivo la había abandonado. Entonces en venganza escribió La Putain de la République libró en el que reveló todo y causó con ello una tormenta política en el gobierno francés.

Hoy a Deviers-Joncour le hubiera bastado un chat para hacer tambalear a la República. Las redes sociales y las aplicaciones móviles son actualmente el escenario para la infamia, la venganza y el escarnio público, como lo fueron siglos atrás el libelo y el panfleto. Más grave aún cuando son los propios usuarios quienes se causan el harakiri digital, como sucedió con el defensor Otálora.

Es tal el grado de irresponsabilidad con el que la mayoría de las personas utiliza el chat y el desprecio a la intimidad propia y ajena, que vale afirmar que se convirtió en un arma letal, al menos para la integridad moral.

La semana pasada se anunció que WattsApp, el servicio de chat más utilizado del mundo, ya llegó a los 1.000 millones de usuarios. Es decir, casi la totalidad de los tenedores de teléfonos inteligentes son potenciales victimas o victimarios de la infamia digital.

Facebook pagó por WattsApp en 2014 más de US$ 20.000 millones. Aunque en menos de dos años logró duplicar el número de usuarios, sorprende el altísimo monto de la transacción para una aplicación que no incluye publicidad. Tal vez se explica si se considera el tesoro que representan los datos personales que regalan la séptima parte de los habitantes del planeta.

Los efectos nefastos del desprecio de la intimidad se multiplican cuando el periodismo se convierte en caja de resonancia de tanta basura que circula en las redes y se dedica a develar caprichosamente la privacidad y arrasar con la presunción inocencia a la que tienen derecho incluso las personas que algunos medios condenan con arrogancia y sin apelación posible.

@jcgomez_j

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