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El "desperdicio" económico de la navidad

Luis Carlos Reyes
24 de diciembre de 2015 - 02:00 a. m.

A veces se acusa a los economistas de ser despistados que no entienden ni abordan la complejidad de las interacciones sociales. Un ejemplo típico es el análisis del intercambio de regalos navideños.

En su estudio ya clásico, el profesor de economía de la Universidad de Minnesota Joel Waldfogel describe lo que considera las pérdidas económicas generadas por la navidad. Por ejemplo, si a uno le regalan una mochila arhuaca que costó 200.000 pesos, ¿en cuánto la valora? Así sea muy apto el regalo, sostiene Waldfogel, no se valora en más que su precio de mercado. Pero con frecuencia el que recibe la mochila la avalúa incluso en menos. Suponiendo que estuviera dispuesto a cambiarla por $180.000 en efectivo, el regalo conllevaría un desperdicio de $20.000. Si se agrega el desperdicio generado por todos los regalos que se intercambian en navidad, se obtiene el valor de las pérdidas económicas navideñas.

Para verificar su hipótesis, Waldfogel les pidió a sus estudiantes que llenaran una encuesta en la que se les preguntaba qué regalos habían recibido y cuánto los valoraban. Concluyó que el intercambio de regalos destruía entre una décima y una tercera parte del valor de las mercancías, aunque el desperdicio no era uniforme: los regalos entregados por parte de tíos y abuelos perdían casi un cuarenta por ciento de su valor; los de padres y hermanos, un quince por ciento; los dados por la pareja, un diez por ciento; y los de amigos, poco más del uno por ciento.

“¿Cómo te atreves a tratar de dañarme así la navidad?”, me espetó un colega economista cuando le describí a grandes rasgos el estudio. “¡Si a mí me encanta dar regalos!”. Una politóloga suspiró y me dijo con compasión que no entendía a los economistas, pero que sabía que en una sociedad democrática le tocaba convivir con ellos.

Son reacciones entendibles. De hecho, las acusaciones de despiste basadas en este estudio son casi tradición navideña, ya que desde su publicación en 1993 no ha faltado diciembre en el que algún medio lo presente como el único o principal punto de vista económico sobre el intercambio de regalos.

No obstante, la economía dista de ser esta caricatura. El mismo Waldfogel aclara que sus cálculos no tienen en cuenta la satisfacción obtenida por parte de quien da el regalo, y que a los encuestados les pide que excluyan todo valor sentimental de su avalúo de los regalos recibidos. Ninguna de estas restricciones que él decidió imponerse era o es inherente a la economía, la cual hoy cuenta con amplias literaturas sobre el altruismo, la reciprocidad y la evolución de las normas sociales. Estos temas se enseñan sólo esporádicamente en los programas de pregrado, pero hace décadas dejaron de ser ideas controversiales entre los investigadores. Nos queda a los profesores la responsabilidad de actualizar lo que se ve en el salón de clases, para que nuestros alumnos no se queden atascados en una versión noventera de la disciplina.

Luis Carlos Reyes, Ph.D., Profesor Asistente, Departamento de Economía, Universidad Javeriana
 

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